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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Palma da ejemplo con Airbnb, afirma Der Spiegel

Con su decisión de prohibir a partir del 1 de julio el alquiler de apartamentos por la plataforma Airbnb, el Ayuntamiento de Palma da ejemplo a otros de cómo actuar en esos casos.

Es lo que sostiene en su habitual columna de opinión el colaborador del semanario alemán Der Spiegel Markus Feldenkirchen, según el cual ya está bien de lamentarse continuamente de la impotencia de la política frente a los gigantes de internet.

La receta contra tanta quejumbre inútil es lo que han hecho quienes gobiernan el municipio balear: "una actuación decidida y valiente", escribe Feldenkirchen, que termina su elogioso comentario con la frase en español "Hasta la victoria siempre".

Dice el periodista haber escuchado recientemente en un restaurante berlinés a dos hombres que se jactaban de la facilidad con que uno podía aprovecharse de los turistas norteamericanos que llegan a la capital alemana.

Uno de ellos contó cómo había alquilado a una parejita neoyorquina un estudio de sólo 45 metros cuadrados por más de 2.000 euros al mes, lo que el otro consideraba incluso una ganga.

Como tantas otras ideas de Silicon Valley, Airbnb les sonaba muy bien a muchos al principio. Incluso tenía una vertiente social: permitía alquilar alguna habitación particular por un precio módico.

Era una alternativa simpática al "anonimato" de las habitaciones de hotel. Airbnb era una invitación al "viaje individual, al entendimiento entre los pueblos", tenía incluso algo de "interrail, sólo que sin el tren", escribe Feldenkirchen.

Pero "luego llegaron los buitres. Y hoy Airbnb es un castillo inflable para caseros codiciosos y especuladores profesionales", que, junto a otras plataformas similares, ha hecho que se disparen los alquileres.

En Palma, explica el periodista, los alquileres han subido en un 50 por ciento aproximadamente en sólo cinco años por este uso para fines espurios de la vivienda urbana.

En Berlín y otras ciudades alemanas se está produciendo también ese fenómeno. Es hora, según él, y uno no puede sino darle la razón, de dejar de quejarse y tomar medidas. Como han hecho en Palma.

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