La noticia ecológica, buena noticia en este caso, ha pasado esta vez inadvertida, sin duda a causa de los sucesos graves de toda índole que nos afligen o al menos nos ocupan: la Unión Europea ha prohibido el uso de la clotianidina, del imidacloprid y del tiametoxan, sustancias neurotóxicas que se han utilizado como insecticidas, que atacan el sistema nervioso de los insectos y que estaban diezmando trágicamente la población de abejas. Varias ONG han llevado a cabo campañas de opinión para contrarrestar las presiones de las multinacionales que, infortunadamente, controlan el campo europeo. Como sin duda sabrá el lector, las abejas no sólo producen miel y otros productos útiles sino que actúan decisivamente en la polinización, de forma que la reproducción de las plantas depende de su existencia y de la de los demás insectos. Ni más ni menos.
El campo europeo „también el español, obviamente„ se muere. Nuevas semillas tratadas con agentes químicos o alteradas genéticamente proporcionan cultivos de alto rendimiento? a costa de la desaparición de la flora y la fauna autóctonas. Viejos equilibrios se rompen irreversiblemente, la perdiz roja escasea porque determinadas simientes artificiales la esterilizan, los conejos que alimentan a nuestras rapaces desaparecen víctimas de enfermedades víricas inoculadas por el hombre para erradicar a los roedores? La situación sigue siendo dramática, aunque las abejas se beneficien felizmente de una tregua.
