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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Desde Cifuentes, todo vale

Cifuentes exhibe un máster falsificado en su nombre, así que dimite un diputado gallego de Podemos. En su desfachatez creciente, la presidenta de Madrid "renuncia a la utilización del título", olvidando que no se puede renunciar a lo que no se tiene, y que rechazar lo que se ha inventado no suprime las consecuencias incluso judiciales de la fabulación previa. La dirigente del PP se asemeja a quien comunica que saca de la circulación un billete falso de 500 euros, pero solo después de que le hayan sorprendido intentando colarlo como bueno en el supermercado.

La catadura moral de Cifuentes, que pretende ahora inculpar a quienes le regalaron un máster del que teatralizó hasta un examen inexistente, se complica por el entusiasmo de sus superiores en aprobarla fuera de plazo. Empezando por Felipe VI, que convalidó el oscuro título académico de la presidenta madrileña el lunes, al saludarla efusivamente en la recepción en honor del presidente de Portugal. Por lo visto, en España cualquiera puede presumir de una titulación inexistente y también puede infiltrarse en el Palacio Real. Los ciudadanos tienen derecho a creer que existe un criterio de selección de los asistentes a estos actos. ¿De qué sirve quitarle el título a Cristina de Borbón, otra inocente, si se lo mantienes a Cifuentes?

El alarde de que Cifuentes no aprovechó el máster equivale al perceptor de un soborno que anuncia que ingresó el dinero en el banco, con lo cual no se ha servido de la suma en cuestión y mantiene su pureza. A partir de los criterios implantados por la presidenta de Madrid, todo vale. El concepto de fraude ha desaparecido, al PP le asiste el derecho a apropiarse de la célebre frase de Trump en un mitin, "puedo matar a una persona en la Quinta Avenida y no pierdo ni un voto". Bajo estas coordenadas, lo partidarios de la continuidad de la falsaria disponen de un poderoso argumento, porque ni la dimisión compensa ya el daño causado. En fin, renuncio a través de este artículo a la utilización del título de Duque del Infantado, que he lucido hasta hoy.

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