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Joan Riera

TEMPUS EST IOCUNDUM

Joan Riera

Noguera contra Italia y Alemania

Palma dedicó en 1979 una calle al pintor Joan Miró. Hacía pocos meses que España había estrenado la democracia municipal cuando Ramon Aguiló comunicó en persona al artista que la vía dedicada hasta entonces a José Calvo Sotelo llevaría su nombre.

Han pasado casi 40 años desde entonces. Prácticamente los mismos que duró la dictadura franquista. En este periodo de tiempo, la derecha ha gobernado veinte años el Ayuntamiento palmesano. La izquierda logrará empatar esta marca en mayo de 2019. Durante los mandatos de Aguiló, entre 1979 y 1991, se eliminaron los nombres fascistas de buena parte del callejero. En 2008, con Aina Calvo en la alcaldía, se cambiaron otros 68 por su relación con la dictadura.

El actual alcalde, Antoni Noguera, quiere aportar su grano de arena a la depuración del nomenclátor. Ha firmado un decreto para cambiar el nombre a tres de las vías más conocidas de la ciudad. Los problemas han comenzado cuando han trascendido las elegidas: Via Roma, Avinguda Alemanya y Avinguda Portugal.

Es cierto que aún quedan herencias de la dictadura. La más sangrante es la de las víctimas de la represión enterradas en fosas comunes sin que los sucesivos gobiernos, incluidos algunos de izquierdas, se hayan ocupado de devolver los cadáveres a las familias. También resulta inconcebible la existencia subvencionada de una Fundación Francisco Franco, cuya finalidad es el enaltecimiento de la figura de un militar sublevado contra la legalidad vigente en 1936, que mantuvo la dictadura gracias a la represión y la supresión de derechos.

Sin embargo, Antoni Noguera ha cometido un puñado de errores al afrontar esta parte de la limpieza democrática. Quizás, empecinado por su fracasado intento de derribar el monolito fascista de sa Feixina, busca adjudicarse algún tanto del que presumir ante las bases de Més. ¿Cuáles son sus equivocaciones?

La primera, que la inmensa mayoría de los ciudadanos de hoy no asocia Alemania, Portugal y Roma con el franquismo. Es cierto que esas arterias fueron nominadas así para agradecer el respaldo de los tres totalitarismos que respaldaron al bando franquista durante la Guerra Civil. Sin embargo, casi 80 años después, los mallorquines ligamos Alemania con el turismo que llega a la isla y con algún vecino del barrio. Portugal se relaciona con la tierra de Cristiano Ronaldo, que teme los vientos y los casamiento llegados de España (nem bom vento nem bom casamento). Italia evoca la elegancia, la cultura y las pizzas. Por cierto, los tres países se redimieron del fascismo antes que nosotros.

El segundo error del alcalde de Més es actuar de espaldas a sus socios. Ha abierto la primera crisis de entendimiento con el socialista José Hila, que ni siquiera había sido informado de las intenciones de su sucesor.

El tercero es que, pese a contar con un informe a favor de la comisión de toponimia de los tiempos de Aina Calvo, ningún político se empecinó en estas modificaciones concretas. Calvo y sus concejales fueron más inteligentes que Noguera. Como explicaba el profesor Gabriel Bibiloni, el mayor experto en la materia, "el concepto de nombre franquista es difícil de precisar". En algunos casos puede ser evidente. En otros, como estos, difícil de explicar.

Noguera, que de momento ha paralizado el cambio, tampoco ha calibrado la reacción que se producirá en el primer mercado turístico de la isla cuando los periódicos sensacionalistas, con el Bild a la cabeza, comiencen a publicar que Palma está en guerra con Alemania.

En cuestiones de memoria histórica hay asuntos en los que no hay que cejar, como la excavación de las fosas comunes. O en recordar que Franco fue un dictador, y punto. Explicar que sus supuestos logros económicos, argumento de los neofranquistas, se hubieran alcanzado mucho antes con un régimen democrático. Para lo demás, como por ejemplo el cambio de nombre de las calles dedicadas a Alemania, Portugal o Roma, está justificado marcar un punto final.

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