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Las siete esquinas

La misa en catalán

En una dictadura real ningún opositor puede tener uno o varios canales de televisión a su servicio, ni puede hablar como le dé la gana desde una cátedra universitaria

Hace diez días, en la Catedral de Palma, una señora de Granada sufrió un grave trastorno psíquico cuando asistía a la misa de Pascua. Al parecer, la señora sufrió ese extraño fenómeno que los franceses llaman "dépaysement", y que consiste en que un día salimos a la calle y de repente ya no sabemos dónde estamos. A la señora, por lo visto, le costó mucho distinguir si estaba en México o si estaba en Mallorca. También le costó distinguir si estaba en Las Palmas de Mallorca o en la Palma de Canaria. Y todo porque la misa se decía en una lengua muy rara en que las palabras se acortaban de modo inexplicable. "Buenas noches", por ejemplo, era "bona nit". A la señora, todo aquello le produjo un hondo malestar. Tanto es así, que anunció indignada que no regresaría jamás a las Islas Canarias. ¿O era México?

El vídeo de esta señora, grabado por IB3, tuvo una gran repercusión en las redes sociales. Y lo bueno del caso es que ese mismo día, en la Catedral de Palma, también se produjo el incidente diplomático entre la reina y la reina madre que inundó los noticiarios y las redes sociales. Pero como somos un país que se fija siempre en lo superficial, nadie reparó en que aquella misa de Pascua en catalán era la misma a la que había asistido la familia real al completo, según una vieja tradición que se inició cuando el actual rey no era más que un niño. Es decir, que la misa que tanto ofendió a la señora de Granada era para nuestra familia real la cosa más normal del mundo. Ninguno de los asistentes protestó ni se quejó. Ninguno sintió el "dépaysement". Ninguno tuvo problemas para averiguar si estaba en México o en España. Al contrario, la familia real parecía sentirse muy a gusto con esa misa dicha en una lengua que no es la habitual que ellos oyen y hablan. Todo parecía normal. Es más, todo era normal.

Lo extraño del caso es que hay gente que está convencida de que vive en una dictadura ominosa que somete el catalán a un genocidio silencioso. Y se trata de gente formada, por lo general intelectuales que gozan de gran prestigio, tienen cátedras universitarias y aparecen a menudo en programas de televisión. Y esas personas repiten una y otra vez que viven en una dictadura que no permite las libertades más elementales. Y lo dicen sin darse cuenta de que en una dictadura ningún opositor puede tener uno o varios canales de televisión a su servicio, ni puede hablar como le dé la gana desde una cátedra universitaria, ya que siempre puede haber un soplón que lo denuncie. En las dictaduras, además, ningún jefe de Estado acude a un acto solemne que se celebre en otra lengua que no sea la suya. Franco no habría aceptado jamás asistir a una misa en catalán. Ni Hitler habría aguantado dos segundos un discurso en checo. Ni Stalin habría permitido que nadie diera una conferencia en inglés en el Kremlin. En cambio, la familia real española va a una misa en catalán como si fuera la cosa más normal del mundo porque es la cosa más normal del mundo. Todo esto es evidente. Todo esto es elemental. Pero hay gente que se empeña en ignorarlo.

Se entiende más o menos que los jóvenes que no han conocido una dictadura, intoxicados por la propaganda y el fanatismo, caigan en el error de confundir las cosas y creer que viven en una dictadura. Pero lo que no se entiende de ninguna manera es que gente mayor que sí ha conocido la dictadura pueda engañarse a sí misma hasta el punto de creer que ahora también está viviendo una monstruosa situación de sometimiento. Porque uno tiene que tener la memoria muy atrofiada o muy anestesiada para confundir la dictadura de verdad -la dictadura en que uno no se atreve a decir nada si no es presencia de personas de confianza, la dictadura en que uno siempre está temiendo ser encarcelado, la dictadura en la que uno siempre sospecha que hay alguien escondido que está espiándole- con una sociedad abierta en la que se disfrutan todos los derechos políticos. Es cierto que el rapero Valtonyc tiene una condena (a mi juicio injusta), pero su condena no es por acusar a los Borbones de ladrones -como sostienen algunos-, sino por proferir amenazas de muerte contra determinadas personas reales que tendrían consecuencias penales muy serias en cualquier país del mundo. En Cuba, por ejemplo, Valtonyc pasaría una larguísima temporada en la cárcel si dijera lo que dijo aquí. Y también es verdad que determinados líderes políticos catalanes están en la cárcel. Puede ser que esas condenas sean abusivas -y yo creo que lo son-, pero todos deberíamos preguntarnos qué habría pasado si unos políticos, en una hipotética Cataluña independiente, hubieran hecho lo mismo que ellos hicieron, saltándose todas las leyes y todos los procedimientos legales. ¿Estarían tranquilamente en la calle? ¿Seguirían en libertad? Lo dudo mucho.

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