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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Noticias que dejan mal cuerpo

Hay días en los que uno se desayuna con noticias que le dejan inmediatamente mal cuerpo, y este ha sido uno de ellos.

Me refiero a la nueva detención en España de Hervé Falciani, prófugo de la justicia suiza, que le condenó en 2015 a 5 años de cárcel por "espionaje económico".

Falciani publicó una lista con más de 130.000 defraudadores fiscales de distintos países, entre ellos cerca de 700 españoles. Lista en la que había de todo: banqueros, empresarios, artistas y personajes de la nobleza.

Todos eran clientes del HSBC, el banco británico de todos los escándalos, condenado varias veces a fuertes multas en Estados Unidos por ayudar al blanqueo de dinero de terroristas y narcotraficantes, estafa y manipulación de divisas.

Gracias a las revelaciones de Falciani, la Hacienda española consiguió recaudar unos 300 millones de euros en concepto de regularizaciones fiscales de titulares de cuentas que hasta ese momento habían permanecido opacas.

Falciani se refugió en España, y la Audiencia Nacional rechazó en su día su entrega a las autoridades helvéticas con el argumento de que el técnico informático había denunciado "actividades sospechosas de ilegalidad y constitutivas de infracciones penales".

¿Qué es lo que ha cambiado mientras tanto para que Falciani haya tenido que comparecer nuevamente ante la Audiencia Nacional cuando se disponía a pronunciar una charla sobre evasión fiscal en la Universidad ponfiticia de Comillas?

¿Será verdad, como sospechan algunos, que las nuevas circunstancias son la presencia en Suiza de dos huidas de la justicia española: las independentistas Anna Gabriel y Marta Rovira?

¿Se trata, como recela, el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán, de un favor que hace España a la Confederación Helvética para obtener a cambio la entrega de la las dos prófugas catalanas? ¿Falciani como moneda de cambio?

La segunda noticia, no por menos esperada, que le deja a uno mal cuerpo es la del fraude supuestamente cometido por la presidenta de la Comunidad madrileña, Cristina Cifuentes, en su trabajo fin de máster. Por si no estuviese suficientemente desprestigiado el centro donde lo cursó, se sospecha ahora que fue un máster regalado, que se falsificaron las firmas de las profesoras y se cometieron otras irregularidades.

Y Cifuentes, fiel al estilo al que nos tiene acostumbrado el PP, se niega a dimitir, como no habría tenido más remedio que hacer cualquier político sorprendido en semejante renuncio en cualquier otro país de nuestro entorno.

Y Ciudadanos, en lugar de retirarle a la Presidenta su apoyo parlamentario, intenta darle largas, demostrando una vez más eso que decía Groucho Marx: "Estos son mis principios pero si no le gustan, tengo otros". Es la democracia que tenemos.

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