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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Todo el mundo te critica

He presentado a decenas de personajes en actos públicos, mayormente conferencias. Este papel equivale al insufrible cortometraje antes de la película, que nunca somos lo suficientemente hábiles para evitar porque los programadores escamotean su horario. Mi técnica en las presentaciones consistía en exagerar las virtudes del conferenciante, nada desarma como un buen bombástico. Un buen día me negué a volver a presentar a nadie, porque mentir se había tornado fatigoso. De hecho, solo he pronunciado la verdad entera en un acto en directo. Trataba sobre la violencia, y la mitad del público abandonó la sala. Supongo que es un éxito.

Episódicamente he tenido que sufrir una presentación. Sé que en ella aparecerán las palabras "polémico", "controvertido", "sarcástico" y demás términos del pugilismo periodístico. Dado que mis presentadores son mallorquines, se guardarán mucho de aclarar si piensan que acierto. Al revés, embozarán su discurso hasta el límite de que me dan ganas de preguntarles si preferirían que no estuviera allí. En una ocasión en Lloseta, el presentador se sintió obligado a aclarar que una conferencia futura sería pronunciada por un periodista que pensaba todo lo contrario, supongo que para aplacar los ánimos.

Puedo ser tan ambiguo como el que más, pero me temo que no conduce a ninguna parte. Prefiero el insulto más contundente que me han dirigido, "bastardo centroeuropeo", a esa retahíla de vaguedades inofensivas y por si acasos. Un lector me telefoneó recientemente. Tenía un profundo conocimiento de las tonterías que he escrito. En cuanto me vio confiado, me soltó el letal "quiero que sepas que todo el mundo te critica". Fantástico, la iconoclastia en carne viva. Amo esta manera mallorquina de poner a las personas en su sitio, pero necesito la distancia para lograrlo. Nunca le he dicho a nadie a la cara que es un imbécil, lo cual significa que he mentido al menos en el 27 por ciento de los casos. Así que rindo de nuevo homenaje a la lectora que nunca conoceré. Y que dure.

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