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Mercè  Marrero

La suerte de besar

Mercè Marrero Fuster

No es limosna. Es derecho

La Administración no llega a todo. Por eso, las personas se organizan. Agudizan el ingenio y plantean iniciativas que aportan cierta justicia social. Dejémoslo en un cierto sosiego. Un ejemplo es lo que han hecho los vecinos del Raval, en Barcelona, hartos de ver cómo su barrio se degrada por la droga sin que el ayuntamiento les dé una solución. Es fácil imaginar la angustia al descubrir que el apartamento de al lado, propiedad de un banco o del ayuntamiento, se ha convertido en un narcopiso. Los vecinos, cansados de sortear jeringuillas y de esperar una respuesta eficaz, han llegado a un acuerdo con personas sin posibilidades de acceder a una vivienda para que se conviertan en okupas más o menos legales. Inmigrantes, familias jóvenes o estudiantes convertidos en escudos humanos que, con su presencia, tratan de disuadir que los narcos acampen. Una forma de matar dos pájaros de un tiro: a los camellos y al problema de no tener un techo bajo el que dormir. Es una solución temporal que permite un cierto respiro. El suficiente para que la Administración se fume un purito. Mientras, el problema generalizado de la imposibilidad de acceder a una vivienda digna en un barrio digno sigue creciendo y frustrando a generaciones enteras.

Hay otras muchas iniciativas ciudadanas innovadoras y cooperativas que simplemente tratan de hacer de esta vida un lugar amable. "La escalera" es una idea de Rosa Jiménez y pretende que las comunidades de vecinos sean lugares en los que generar vínculos, ayudarse y evitar la soledad. Ha diseñado pegatinas con habilidades y necesidades que los vecinos eligen y pegan en sus buzones. Así, el del quinto le sube la compra al del segundo, el del segundo le riega las plantas al del quinto los fines de semana que está de viaje y los del tercero comparten wifi. De ahí a comunicarse de verdad hay solo un pasito. O la propuesta de unos jóvenes que han trazado rutas seguras por diferentes ciudades para que los niños vayan caminando al colegio acompañados de voluntarios. Actividad física, mejora ambiental y ahorro en combustible asegurados. O la plataforma de internet que promueve que estudiantes alquilen una habitación en pisos donde viven personas mayores. El resultado es la compañía mutua y solventar el problema del acceso a la vivienda. O la iniciativa de grupos de mujeres que se ofrecen a acompañar por la noche a chicas que caminan solas. Las ideas brillantes no se agotan. Respiremos tranquilos.

Si innovar es encontrar soluciones creativas a problemas, está claro que hay personas y organizaciones que le dan mil vueltas a la Administración. Sin embargo, ésta debe cumplir con lo esencial. Pocas cosas son más relevantes que la protección, el respeto y la defensa de la dignidad del ser humano. Y la realidad es que, en gran medida, ésta pasa por llegar a fin de mes sin penurias. Que se respete la dignidad es tener la tranquilidad de que se toman en serio la protección de los más vulnerables, por encima de banderitas o ideologías. Que no hagan campaña con nuestras debilidades. Que no crean que el día de la jubilación se deja de pensar, creer o sentir. Necesitamos confiar que nos dirán la verdad, que argumentarán sus razones y no nos tratarán como si pidiéramos limosna cuando exigimos como jubilados que se nos devuelva parte de lo que confiamos al Estado cuando fuimos trabajadores. Yo no estoy nada tranquila.

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