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José María de Loma

Los abuelos y el táper

Los abuelos sostienen España. Sostienen a sus nietos en brazos mientras los padres están trabajando en esas jornadas larguísimas que nos hemos impuesto o nos ha dictado la tradición del presentismo, el miedo al jefe, al qué dirán y al qué hago yo en casa a las seis de la tarde. Los abuelos salen a la calle, las abuelas salen a la calle. Gritan, enarbolan la dignidad, piden lo que es suyo, claman por la justicia y por llegar a fin de mes. Pensiones de mierda en un país poco solidario. Tal vez urgiría un consenso para sacar de donde fuera (¿por qué ha de ser solo de las cuotas a la Seguridad Social?) el dinero para las pensiones.

Los pensionistas han dejado atrás la manta, el adocenamiento y como son menos de redes sociales (perdonen el prejuicio y el lugar común) se han lanzado a las calles. Menos Twitter y más pancartas en la rue. Le subirán las pensiones porque el que llora mama, porque las elecciones están cerca, por el hecho de que son el colectivo que más vota al partido que está en el Gobierno. Sube el sueldo de los funcionarios, de los policías, pero sólo hay promesas vagas para los jubiletas, que arriman mes a mes un puñado de euros, en efectivo o en especie, a la economía familiar de los veinteañeros, treintones o cuarentones con hijo e hipoteca. La gran moneda de este país son los táper, que van y vienen llenos de garbanzos, lentejas, ensaladilla rusa, filetes empanados o unas albóndigas hechas con receta de toda la vida, que van al microondas, dile a la abuela que mañana las haga otra vez.

Los domingos son un inmenso tráfico de tápers, que los peterpanes llevan vacíos a las casas de los suegros o consuegros o padres, aquí los traigo, que son tuyos y llevaban en casa ya muchos días, sí, hombre, precisamente he hecho croquetas para un regimiento así que te llevas ahora unas cuantas. En este momento hay un mozo o moza cenando algo de un táper, palabro importado y ya castellanizado. Tal vez lo trajo alguien en un táper de palabras donde también vinieran sándwich o beicon.

Vámonos de táper, que no hay para ir de tapas. Rajoy promete vagamente alguna subida si es que se puede y si es que hay presupuestos. Están locos porque asuntos como la prisión permanente revisable ocupe la agenda y no se oiga así la voz de los jubilados. Jubilación viene de júbilo, pero lo que hay es un cabreo que primero fue sordo y ahora es sonoro. Con lo castizo que es decir fiambrera.

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