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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

De banca y patriotismo

El apoyo sin fisuras de los partidos españoles a la propuesta del Gobierno del PP a la candidatura de Luis de Guindos, como vicepresidente del Banco Central Europeo se consideró cuestión de patriotismo. Y la negativa del principal partido de la oposición, el PSOE de Pedro Sánchez, así como de los grupos a su izquierda, a aceptar sin más tal propuesta por no haberla consensuado el Gobierno antes con nadie, fue interpretada como un delito de lesa patria.

Y, sin embargo, patrioterismos a parte, todo lo relacionado con la candidatura del ministro español de Economía es un ejemplo más del juego de poder y de las continuas componendas entre gobiernos a que nos tiene acostumbrados la Unión Europea. Según medios germanos, la canciller federal de ese país, Angela Merkel, tiene dos candidatos in pectore para encabezar los dos puestos más importantes que quedarán vacantes el próximo año, y el apoyo de Berlín a De Guindos forma parte de sus consideraciones.

El primero es la propia presidencia del Banco Central Europeo, actualmente ocupada por Mario Draghi. Quien tiene en este momento mayores posibilidades de sucederle en ese puesto es alguien que no le ha ahorrado críticas al banquero italiano: el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann. Pese a ser la mayor economía de Europa, Alemania no ha colocado hasta ahora a ninguno de sus banqueros al frente del BCE aunque, a cambio de entregar la primera presidencia de esa institución al francés Jean-Claude Trichet, logró algo tan importante como que la sede estuviera en Frankfurt.

Fiel a la tradición del Bundesbank, Weidmann pasa por un halcón en materia de lucha contra la inflación, y no puede decirse que, con su famosa política de expansión monetaria, el italiano Draghi se haya ganado precisamente su favor. Apoyado por la CDU, a la que no está, sin embargo, afiliado, Weidmann ha tenido la habilidad de cortejar al SPD defendiendo entre otras cosas un aumento salarial para los trabajadores alemanes, por lo que tiene también prácticamente garantizado el favor de ese partido.

A cambio de su apoyo a dos hombres del sur -el español Guindos y el portugués Mario Centeno, a este último para presidir el Eurogrupo-, el Gobierno de Berlín confía en contar con los votos de los dos países ibéricos si finalmente Weidmann presenta su candidatura.

Falta, sin embargo, convencer a Francia, lo que podría conseguirse con algo tan sorprendente como el hecho de proponer a la actual presidenta del Fondo Monetario Internacional para suceder a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea. Se dice que Merkel sintoniza muy bien con Lagarde, quien podría lograr también la aprobación del Partido Popular Europeo, al que ya se da como más que probable vencedor de las próximas elecciones europeas.

? La incógnita, escribe el semanario alemán Die Zeit, es cuál sería la reacción del presidente francés: Lagarde no figura precisamente entre los íntimos de Emmanuel Macron. Y aunque podría halagarle el hecho de que fuera una francesa la primera mujer en presidir la Comisión, también podría temer que ésa acumulara demasiado poder y llegara a hacerle sombra en Bruselas.

El fundador de En Marche ha insinuado además que tal vez concurra a las elecciones europeas con su propio movimiento. Y tampoco es seguro que vaya a ser una vez más la fuerza más votada en las europeas quien finalmente decida la presidencia de la Comisión. Los gobiernos de la UE tendrán pues que continuar sus transacciones o -si se prefiere- sus “componendas”.

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