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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

España se adentra en la peor senda represiva

Amnistía Internacional lo certifica: en España se está poniendo en peligro la libertad de expresión. Gobierno y jueces se afanan en deteriorarla gravemente

Un rapero condenado por el Tribunal Supremo, que ha confirmado la sentencia de la Audiencia Nacional, a tres años y medio de cárcel por enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona. No es el primero en padecer la ira judicial. Una jueza secuestra un libro sobre las mafias del narcotráfico. En Arco se instaura la censura con el beneplácito de PP y la anuencia perruna del PSOE. Eso es lo que sucede hoy en España, donde leyes represivas, un afán vindicativo de una parte sustancial de la Judicatura, nos adentra en una situación que puede parecer insólita: la progresiva erosión de las libertades fundamentales, esencialmente la de expresión, la que en democracias consolidadas, como se pregona que es la española, se considera intocable. En Estados Unidos la primera enmienda de su Constitución la consagra como derecho inviolable. Ni el facineroso instalado en la Casa Blanca puede menoscabarla, pese a intentarlo con contumacia. Allí los jueces lo imposibilitan. Aquí, no.

El Gobierno del PP, el de M. Rajoy, ha legislado para que sea posible que jueces como Enrique López y Concepción Espejel ("querida Concha", según Cospedal) primero y una de las salas del Tribunal Supremo después, envíen a la cárcel a un rapero mallorquín, a Valtonyc, denunciado por el acrisolado defensor de la libertad de expresión Jorge Campos, que, todavía no saciada el ansia que le consume, demanda su inmediato ingreso en presidio. Antes, tuiteros y titiriteros, se las han visto con jueces que recuerdan en demasía a los del Tribunal de Orden Público de la dictadura franquista.

En España la palabra delinque. El Código Penal permite a los jueces interpretar libremente su articulado. Constatamos cómo y con quién. Se cercena la libertad de expresión. Amnistía Internacional acaba de denunciar lo que viene aconteciendo, lo que la ominosa Ley Mordaza posibilita hacer, lo que el Código Penal habilita ejecutar a fiscales y jueces con vocación de meter en cintura a quienes van más allá de lo que estiman razonable.

Las letras de Valtonyc son lo que son: provocación fuera de lugar, de peor gusto y carentes de talento; no por ello susceptibles de acarrear tres años y medio de cárcel. Qué decir de la jueza que secuestra el libro de Fariñas o del presidente de IFEMA, que con su intolerancia se ha cargado ARCO, porque no podía permitir que unas fotos dijesen que los políticos catalanes en prisión preventiva son presos políticos.

Son las cosas que suceden en la Polonia que se aleja raudamente de los parámetros que la Unión Europea considera inviolables. La Polonia gobernada por la extrema derecha nacional católica y antieuropea es el espejo en el que empieza a mirarse la España que asiste al cuarteamiento del sistema constitucional vigente. La crisis catalana precipita el final de una época; los poderes establecidos lo saben, y cuando ven zozobrar su supervivencia reprimen, coartan las libertades fundamentales. La primera es la de expresión, la que permite apreciar qué democracia es de calidad y la que no. La española lo ha sido hasta casi hoy mismo. Se aleja de poder blasonar esa denominación. Si no se detiene la deriva entraremos en el despreciable club de las que rigen en Polonia, Hungría y Rusia. Quedaremos a la vera de Turquía.

Acotación no al margen.- Forges nos abandona en mal momento. Resulta que hace tanta falta como cuatro décadas antes, cuando diseccionaba lo que acontecía con exactitud. Se va un maestro.

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