Al PP parece que la suerte, que tantas veces le ha acompañado, quiere darle la espalda. La secuencia de infortunios que padece es de largo recorrido. Dejando de lado las corrupciones venteadas en los juzgados, las que M. Rajoy sigue despachando sosteniendo que acontecieron una década atrás, como si a la sazón él no estuviera al mando, cuando lo estaba, y que el asunto catalán no le otorga los réditos electorales de antaño, transferidos en bloque a Ciudadanos, lo que vemos es parálisis gubernamental, que ha convertido la actual legislatura en algo así como un bono basura. El PP se las entiende con una situación inédita, a la que no halla forma de domeñar.
Lo acabamos de constatar con un asunto que concierne a los ciudadanos españoles residenciados en las "islas adyacentes" y en las lejanas Canarias: el presunto incremento del descuento aéreo, cacareado con estrépito por las terminales del partido del Gobierno en Mallorca, se ha derrumbado con estrépito en el Senado, donde el PP se ha visto impelido a votar en contra de la propuesta presentada por los socialistas. Lo más llamativo de lo acaecido en la cámara inútil, salvo para ser utilizada de abrevadero para ilustres jubilados políticos: expresidentes autonómicos y asimilados (también para aplicar el artículo 155 con los resultados que se constatan), ha sido la razón aducida por el portavoz del PP, Miguel Ramis (hombre que no debiera estar donde se le ha aparcado, sino en el Congreso y no de mera comparsa), quien, ante un trasteo imposible, se las arregló con lo que enuncian resignadamente cuantos portavoces del PP se asoman a las tribunas públicas: si el PSOE respalda los Presupuestos Generales del Estado, ahora en vía muerta, se podrá proceder al incremento del descuento aéreo. Sin ellos, el Gobierno está atado de pies y manos; salvo cuando, para lo que perentoriamente le interesa, quiere dejar de verse tan maniatado como falazmente pregona.
Es un argumento chufletero, disparatado, que exhibe la enorme debilidad del Ejecutivo de M.Rajoy: al presidente solo le ocupa seguir en Moncloa para plausiblemente evitarse problemas judiciales, los mismos que asuelan a su partido. La minoría parlamentaria del PP no le posibilita actuar, aunque sí estar en el Gobierno e impedir a la oposición sacar sus iniciativas. Es la parálisis absoluta. Así estamos. Pero argüir que la responsabilidad de que no se incremente el descuento es del PSOE por no apoyar el proyecto presupuestario del Gobierno, es un ardid que persigue ocultar la puerilidad de quien anunció lo contrario, además de no entender que la oposición no está en la Cámara legislativa para votar las cuentas públicas que presenta el Ejecutivo; aunque el PSOE no pueda borrar el gran pecado original de la legislatura que le atormenta y flagela: haber posibilitado la investidura de M.Rajoy.
Al PP balear lo acaecido le ha sentado como un zapatazo en la cara. Mal asunto cuando intenta, con poco orden y menos concierto, trabar una estrategia que le posibilite no deslizarse por debajo de los 20 diputados en las elecciones autonómicas de 2019. Las cuentas que se hacen en el partido de la derecha conservadora pueden descuadrarse antes de tiempo: el descuento aéreo que no llega está descontando parte de las posibilidades del PP de colocar, si es que así lo acuerda (eventualidad que progresivamente se ve más comprometida), a Biel Company en el Consulado del Mar; hay más: el deshilachamiento del PP se acentúa, toma velocidad. Ciudadanos acelera hacia el instante en que reclamará la primogenitura de la derecha.
