La revelación de que la a lo largo de los años porfiada urbanización de Natzaret - diversos obispos la han ansiado , y por diversos motivos ha sido detenida a lo largo de las últimas décadas - y la sentencia sobre la titularidad de las murallas de Sant Salvador de Artà ponen de manifiesto una vez más la cuestión sobre si una institución sin aparente ánimo de lucro puede poner en el mercado donaciones de particulares.

En el caso de la Fundació Natzaret, anteponer que hace una labor ejemplar. Si bien su continuidad no debería estar fuera de toda duda, sí deberíamos plantearnos el cómo y dónde debe seguir desarrollando su labor.

Recuerden que s'Hort del Terreno fue una donación testamentaria que en 1924 hizo Carme Rubert Sureda, con el fin de que allí se erigiera una Fundación para acoger a los niños desfavorecidos, que en ese momento eran muchos en Mallorca. A lo largo de su historia, ha tenido dos cesiones más: la de Jaume Bosch Vanrell (1946) y Magdalena Frontera Ensenyat (1987 ).

Parece que ahora resurge el proyecto urbanizador en una parte de los jardines. Hay un inconveniente: es un BIC. La pregunta es obligada: ¿Puede modificarse un BIC vegetal? Para los profanos, decir que un BIC es un Bé d'Interés Cultural, y que haberlos, haylos vegetales. Natzaret lo es. Personalmente, soy bastante escéptico de que se pueda construir sobre terreno protegido. Quizás el Consell de Mallorca y muy especialmente su departamento de Obras Públicas y Territorio deban pronunciarse al respecto.

En el caso de que así sea (de que se pueda construir), la pérdida patrimonial va a ser irreparable. Por tanto, si de sanear cuentas se trata, quizás hayan otras alternativas. Por ejemplo, buscar un nuevo inquilino al local de la discoteca: es probable que las urgencias económicas se pudieren solucionar.

La segunda solución es alquilar ses cases. Quizás jurídicamente tendría problemas, pero son los mismos que acarrea el construir en una donación finalista como la de la señora Rubert. Por cierto: el alquiler podría ser jugoso. Que unido a un posible alquiler del Paseo Marítimo, debería suponer un nivel de ingresos desconocido para la Fundació a día de hoy.

Pero si de verdad hay un espíritu vendedor importante, fuera ya de toda actividad arrendataria, lo mejor es vender toda la unidad: ses cases y el jardín. Aquí las cifras se disparan: lo que se podría obtener de la venta de todo el conjunto podría llegar a ser un montante muy considerable. Más que muchas villas en Son Vida. De hecho más que la mayoría de ellas.

Suficientes para poder acometer su función durante muchos años a la Fundació Natzaret. También para adecentar una parte del hoy infrautilizado Seminari Nou y darle una labor mucho más social al edificio que la que hoy detenta.

Es la decisión del Obispado de Mallorca y de la Junta de la Fundació Natzaret. De ellos depende seguir dañando nuestro exiguo patrimonio o explorar soluciones innovadoras.

*Llicenciat en Història Contemporània