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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Yo no he estado en Fitur

Pueda parecer extraño el título de estas líneas dado que hace lustros que no asisto a FITUR, la recién concluida feria turística de Madrid. Pero, no lo es. El turismo, la actividad turística, no sólo pertenece a los empresarios y/o a los profesionales del sector. No en vano todos los ciudadanos de estas benditas islas, con mayor o menor intensidad, directa o indirectamente, vivimos del turismo. Fíjense en un detalle, año tras año, aumenta el número de alcaldes, concejales y asesores, de ayuntamientos no sólo de actividad turística intensiva sino también de otros que están "descubriendo" su vocación tardía.

En el año de las críticas al impuesto turístico y del estallido de la llamada "turismofobia", el sector hotelero de Mallorca cerró 2017 acercándose a la síntesis de su ecuación favorita: alta ocupación y precios hoteleros al alza. Así, la isla fue la principal zona turística de España durante el año pasado al aglutinar 45,7 millones de pernoctaciones, con un aumento del 9% .A ello hay que unir el hecho de que Balears fue la comunidad autónoma con la tasa anual más alta del Índice de Precios Hoteleros (IPH), con una actualización del 8,6%. Y todos los síntomas parecen positivos para la próxima temporada alta. De nuevo elevadas cifras de turistas y visitantes, aeropuertos superando año tras años sus propias marcas, buenos precios de contratación€ a pesar del aumento del Impuesto de Turismo Sostenible (mal denominada ecotasa) el satán de una parte (no todos) del empresariado y de los populares que no perdieron la ocasión de denunciarlo y anunciar su retirada en caso de victoria electoral. Pero nuestros turistas y visitantes, a pesar de que a nadie le guste una subida de impuestos, no lo consideran un motivo suficiente para cambiar de destino vacacional, entre otras razones porque tienen experiencias de impuestos o tasas similares en otros destinos turísticos incluidos el ámbito europeo. Aunque tal impuesto debería ser finalista; léase que sus fondos deberían destinarse, directa o directamente, al turismo, con especial atención a la preservación de nuestro territorio, valores medio ambientales y recursos naturales.

Como no podía ser de otra manera el alquiler turístico tuvo su protagonismo en FITUR. Los empresarios de alojamientos turístico quejándose de que su regulación es demasiado laxa; y otros agentes turísticos (incluidos algunos alcaldes) exactamente lo contrario, demasiado restrictiva. No llueve al gusto de todos: para los hoteleros el alquiler turístico es competencia directa; para otros (aún exigiendo una regulación) es dar respuesta a una demanda existente en nuestros principales centros de demanda. Su regulación es compleja. El Govern la incluye en la modificación de la ley de Turismo, pero trasfiere la función a los consells y de rebote a los ayuntamientos, excepto en Palma, cuya ordenación depende directamente del consistorio.

Parece, como es lógico, que cada consell regule tal actividad en función de las características de cada isla. El Consell de Mallorca acaba de presentar su propuesta para sus posteriores debates y alegaciones especialmente con ayuntamientos. El trabajo desarrollado hasta ahora, su regulación y su correspondiente normativa, ha sido complejo como no podía ser de otra manera. No resultará fácil conseguir consensos amplios. Basta echar un vistazo al vistoso mapa de Mallorca que califica las posibilidades de cada municipio de dedicarse al alquiler turístico y se llevarán una sorpresa (o más de una) al ver como algunos de ellos se les califica como "saturados" turísticamente ante la indignación de sus alcaldes. Pero, como mínimo, hay que reconocer al Consell de Mallorca el coraje de abordar el vidrioso tema en tiempo y forma y no dejarlo ad kalendas grecas, precisamente en las casi vísperas del año electoral (2.019). Como es lógico, ya puede, comprobarse cada cual va a utilizar (¡legítimamente!) los puntos y las comas del proyecto de regulación del alquiler turístico como argumento electoral.

Otro tema espinoso revolotea en el ambiente: la sobrecarga humana sobre el territorio y los recursos que en plena temporada supone el doblar nuestra población autóctona, superando los dos millones de personas. Los mismos turistas, especialmente los repetidores, comienzan a percibir una significativa masificación en sus movimientos rodados y en destinos relevantes (desde playas a monumentos). A su vez resulta insostenible el uso de recursos escasos y costosos, desde el agua potable a energía eléctrica.

No cabe duda de que se están esfuerzos para desestacionalizar. Es una realidad la prolongación de la temporada alta especialmente en sus meses posteriores. Es un hecho las iniciativas privadas y públicas (especialmente el ayuntamiento de Palma) para promover visitantes (más allá que simples turistas) fuera de temporada alta a través de la promoción de productos específicos destinados a segmentos vivos en los mercados (desde el gastronómicos al cultural, pasando por el cicloturismo).

La diversificación de nuestra actividad económica es necesaria. El recién presentado proyecto del Govern de desarrollo de actividades industriales no pretende sustituir, sino complementar la actividad propiamente turística que seguirá siendo nuestra principal actividad. Pero habrá que ir modificando determinados inputs que fueron exitosos, pero que hoy (y sobretodo en un futuro ya próximo) ya están obsoletos. ¡Hasta el próximo FITUR 2019!

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