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Mercè  Marrero

La suerte de besar

Mercè Marrero Fuster

Piensa localmente y actúa globalmente

Los científicos avisaron hace años y muchos creyeron que eran unos alarmistas. Ahora vuelven, con indicadores y evidencias que lo acreditan, a repetirnos que el camino que seguimos es insostenible. Urge hacer algo por el medio ambiente.

Cuando el especialista en oceanografía e investigador, Carlos Duarte, enumeró la lista de asquerosidades que se llegan a encontrar en lo más frío de un frío glaciar situado allá por el lejano Ártico, el auditorio del club de este periódico quedó impactado. Maquinillas de afeitar, botes de laca, tubos de espuma de afeitado, plásticos y más plásticos. Me impresionó, pero seguramente no lo suficiente. De lo contrario habría hecho algo. El Ártico queda en la otra punta de mi mundo conocido. Los humanos pensamos que las cosas malas pasan en otros países, a nuestros vecinos o que tenemos poco margen de maniobra. En el fondo de nuestro corazón creemos que nuestro entorno es sano y salvo. Craso error y así nos va.

La situación que describió Duarte y de la que alertan los más de 15.000 científicos de la Unión de Científicos Preocupados que firmaron un documento publicado en la revista BioScience ya está aquí. Lo que hacemos los humanos va en contra del medio ambiente y daña directamente los recursos. Llueve poco, cuando lo hace destroza, el calor es extremo, hay sequía, deforestación y alarma por el estado de los embalses. Es el momento de pensar localmente para actuar globalmente. Y hagámoslo cuanto antes.

Voy a pedirle asilo al ayuntamiento de Capdepera. Me gusta el consistorio que acaba con las frases bonitas de "mantén las calles limpias" o "este espacio es de todos" y lanza un mensaje claro: "si el perro es tuyo su mierda también. No lo olvides, tú eres el responsable". Se puede decir más alto, pero no más claro. Lo bueno de tener el respaldo institucional, con la multa consiguiente, es que la ciudadanía se siente protegida. Si viviera en Capdepera, el vecino de mi calle no me mantendría la mirada desafiante cada vez que su perro levanta su patita y se dispone a miccionar en la puerta de mi casa. O no me acobardaría a la hora de recordarle al chulillo de turno que no puede limpiar el cenicero del coche en la vía pública. O sacaría pecho al pedirle al padre de familia que no tire las servilletas y restos de papel de la merienda de su prole en el parque.

La Administración, no sé cuál pero que sea alguna, debe ponerse las pilas y dejar de pensar en los electoralismos del hoy para gobernar pensando seriamente en el mañana o, mejor dicho, en el pasado mañana. Los Científicos Preocupados instan a colegas y a ciudadanía a que exijamos medidas a los de arriba. Si para reducir las emisiones de gases contaminantes hay que incentivar a empresas, invertir en renovables, reducir el uso del petróleo, invertir en educación, gestionar impuestos ambientales o propiciar el consumo de alimentos ecológicos, hágalo Administración Pública. Que comer comida ecológica no sea solo un privilegio de ricos, eduquen en la importancia de los coches no contaminantes, ayúdennos a no ser marionetas de las eléctricas, exijan el fin definitivo de las bolsas de plástico y, además, sancionen. Muy en serio. Duro con los que tiran suciedad al mar, se cargan los fondos marinos, tiran sus trastos en cualquier sitio, son irresponsables en los bosques o permiten que su mascota defeque en la calle obligando al resto a sortear como saltimbanquis los regalitos caninos.

Si ustedes son responsables y exigentes ayudarán a que todos lo seamos. En esto, como en muchas en otras cosas, debemos ir juntos e incluso podemos hacerlo de la mano.

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