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¿Qué ocurrió en el ático?

El otro día vi la entrevista que le hicieron a Dylan Farrow, la hija adoptiva de Woody Allen y Mia Farrow que acusa al director de cine de haberla sometido a abusos sexuales cuando era una niña de siete años. Todo eso ocurrió -si es que ocurrió- hace mucho tiempo, en el verano de 1992, y en el ático de una casa de veraneo que Mia Farrow -por entonces casada con Allen- tenía en Connecticut. No hay testigos, de modo que sólo tenemos la palabra de la niña -ahora una mujer de 32 años, casada y madre de una hija- frente a la palabra de Woody Allen, que niega por completo las acusaciones. Además, los hechos ocurrieron en medio de un amargo proceso de separación con Mia Farrow, que acababa de descubrir que Woody Allen mantenía una historia de amor con otra de sus hijas adoptivas, Soon-Yi Previn, que entonces tenía 21 años y que desde hace muchos años está casada con Allen. Según parece, Mia Farrow aleccionó a su hija Dylan para que acusara a su padrastro de los abusos. Esto dice otro de los hijos adoptivos de la pareja.

La historia, por supuesto, es muy compleja. Y no sólo porque nadie sabe lo que pasó en aquel ático, salvo la niña y el hombre mayor, sino porque una familia enorme en la que hay muchos hermanos, unos biológicos y otros adoptados, y que está viviendo un agrio proceso de separación de sus padres -con la carga inevitable de resentimiento, celos, lealtades divididas, odio retrospectivo y desgarro sentimental- se presta a que se hagan acusaciones infundadas o a que se inventen historias falsas para desacreditar a la otra parte en conflicto. En su día, cuando Mia Farrow denunció a Allen a raíz de las acusaciones de su hija, hubo dos investigaciones judiciales que no pudieron probar nada, así que oficialmente Woody Allen sigue siendo inocente. Pero eso no importa porque la historia vuelve a salir a la luz cada dos por tres. Y ahora, a remolque del movimiento MeToo contra los abusos sexuales en Hollywood, Dylan Farrow ha contado ante una cámara lo que sucedió en aquel ático (o lo que ella cree que sucedió en aquel ático, porque nada está probado, cosa que conviene repetir todas las veces que haga falta). Y Woody Allen, inevitablemente, ya ha vuelto a ser acusado de ser un violador y un monstruo y un pedófilo. Muchos actores que han trabajado con él lo han repudiado y han jurado que no van a volver a actuar en sus películas. Eso ha dicho Mira Sorvino y ahora acaba de decirlo Colin Firth. Para ellos, por tanto, está claro que Woody Allen es un violador y un pedófilo. Un monstruo.

Pero ¿lo es? ¿Lo es realmente? ¿Es creíble la acusación de que Woody Allen abusara de su hija adoptiva de siete años? ¿Y por qué abusó de ella y de ninguna otra hermana? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que a veces nos inventamos recuerdos que acabamos tomando por reales. Y al revés, a veces acabamos borrando unos recuerdos reales que nos resultan demasiado dolorosos porque necesitamos creer que esos hechos no han sucedido (eso les ocurrió, por cierto, a las familias de muchos republicanos asesinados durante la guerra civil, que acabaron imponiéndose la necesidad de creer que nada de aquello había sucedido, para evitar el dolor y la vergüenza que aquellos recuerdos les causaban en los terribles años de la postguerra). Es decir, que nadie sabe si Dylan Farrow se inventó esos hechos para dañar a su padre adoptivo porque ella tomó partido por su madre en la separación y quiso vengarse de alguna manera de aquel hombre. O al revés, nadie sabe si esos hechos sucedieron en realidad y Woody Allen abusó realmente de aquella niña en el ático de una casa de veraneo. O bueno, sí, eso sólo lo saben la niña y el hombre. Y sin pruebas que lo demuestren, la palabra de una vale lo mismo que la palabra del otro. O mejor dicho, sin pruebas que lo demuestren, el acusado es inocente.

? Esto debería ser un dogma de fe en todos los regímenes donde existen las garantías jurídicas y el Estado de Derecho, pero parece que no es así y que hay acusaciones que se pueden mantener aunque no haya pruebas y sólo se sostengan sobre la palabra de una de las partes. En este caso, por ejemplo, Woody Allen ya ha sido juzgado y condenado como en los tiempos de la Santa Inquisición, sin derecho a una defensa ni a la presencia de testigos ni a una investigación imparcial. No, nada de eso. Woody Allen ha sido condenado aunque ningún juez haya dictado sentencia, de modo que mucha gente da por hecho que es un violador y un pedófilo. Un monstruo. Un apestado.

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