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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Democracia, no independencia

Reina un palpable nerviosismo entre los promotores del encarcelamiento de Junqueras y compañía. La prolongación de la condena sin juicio previo, pero con prejuicio confirmado en el auto del Supremo, garantiza la "perpetuación"( New York Times) de la crisis catalana. La prisión del dirigente de ERC se ha vuelto embarazosa porque transmite la sensación de una democracia inacabada. Se necesitan soluciones "creativas" ( Financial Times), pero esta virtud se extinguió con la transición. Resulta más expeditivo encerrar sin explicaciones a los titirituiteros, un precedente inevitable de la prisión a los independentistas.

La motivación del encarcelamiento de Junqueras evoluciona con el calendario político. Ahora es culpable de haber ganado las elecciones, y de pretender que se cumpla un veredicto popular que no admite revisión sin desvirtuar la regla elemental de convivencia. Si no les hubieran votado, los independentistas podrían aspirar a la libertad, en una descalificación masiva de los votantes a cargo de funcionarios judiciales que dictan sentencia expresando su obediencia a los electores.

Se trataba en principio de salvar el régimen vigente de la independencia por las bravas de Cataluña, no de sacrificar alocadamente una convivencia de cuarenta años con la excusa de la crisis catalana. La prisión de Junqueras no combate la secesión, anula la democracia. La legalización del PC no fue solicitada ni tramitada por los comunistas, sino por liberales creyentes en una competición sin vetos. Y cuesta afirmar que el dirigente de Esquerra es más desestabilizador que Carrillo en los setenta. Para resolver el conflicto, "Madrid y Barcelona tienen que hablar" ( Guardian). Sin embargo, Rajoy ha descartado la vía del diálogo con quienes no piensan igual que el PP, lo cual le deja con el único apoyo del PSOE. Prosigue así el debate sobre la existencia de presos políticos, pero quedan despejadas las dudas sobre la vigencia de los jueces políticos. A los magistrados del Supremo les convendría atender a la sentencia final de la película Molly's game.

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