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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

A la alcaldesa no le indultan la cabalgata

PP y Ciudadanos han reiterado en Madrid la exhibición de cinismo con el que acostumbran a regalar la víspera de Reyes: claman contra un carroza gay en Vallecas

"Nunca te lo perdonaré, Carmena", vociferó una connotada dirigente de FAES (la fundación de Aznar) cuando en la cabalgata de Reyes madrileña sus majestades de Oriente desfilaron ataviados al margen de los cánones establecidos por la rancia tradición. La también aristócrata juraba que jamás podría perdonarle a la alcaldesa haber arruinado la ilusión de su hija. No fue flor de un día: la derecha de Madrid, tan levantisca como ataviada de arraigadas e irrefrenables querencias a chapotear en cuantas charcas se le ponen a su alcance, la tiene tomada con las cabalgatas de Carmena. Sucede que le solivianta lo indecible que le hayan privado de gestionar (es un decir, porque gestionar ha gestionado poco, más bien a despilfarrado y lo que vamos conociendo) la capital del reino, el rompeolas de todas las Españas, la cursi denominación que se impuso en tiempos del franquismo.

El PP, secundado por Ciudadanos, que no se separa de su vera para seguir esquilmándolo electoralmente, ha arremetido con furia contra la alcaldesa a cuento de que en la cabalgata que hoy recorrerá las calles de Vallecas habrá la carroza incendiaria, iconoclasta, la que la de FAES diría que desmorona ilusiones infantiles. Ahí es nada: carroza gay en la cabalgata de la ilusión, aunque un tanto amortizada, porque Papá Noel, Santa Claus, productos de la herejía protestante, se adelantan al 24 de diciembre. Nada puede hacerse para evitarlo. La globalización tiene sacrosantas reglas.

Se conoce sobradamente con qué materiales está fabricado el PP de Madrid. Esperanza Aguirre le estampilló su indeleble sello. Es trabajo hercúleo readaptarlo. Si el candidato a la alcaldía de la villa y corte es Pablo Casado, el hombre que enamora a las señoras de Serrano y aledaños, la impronta de la lideresa seguirá incólume, aunque, en aras de su particular promoción, Casado haya renunciado a sus pompas y a sus obras. Viene de FAES, pero lo disimula por la cuenta que le trae. A Ciudadanos se le podría demandar una cierta finura: Begoña Villacís debería ser algo distinto al actual portavoz popular en el ayuntamiento, un tal Percival Manglano. Carmena excita por igual sus bajos instintos políticos.

La coña de la controversia de la cabalgata tiene su aquél. Veamos: qué relación guarda con la tradición cristiana de la adoración de los Magos de Oriente al Dios encarnado las carrozas de empresas o las de la variadísima, preciosa y sugerente mitología pagana: elfos, hadas, acompañados del mundo de Harry Potter. Que su relación con el cristianismo sea inexistente no ha sido razón para que la derecha considerara necesario levantar la voz. Lo hace, y cómo, cuando la alcaldesa Carmena permite que desfile una carroza gay. A quienes son de tal condición el PP quiere circunscribirlos a un único día, el del Orgullo, al que, para aparentar, se suma. Después, cuando mayor sea su invisibilidad, mucho mejor. La acrisolada moral y buenas costumbres del ideario celosamente preservado no pueden aceptar que se incorporen a la cabalgata de los Reyes Magos.

La indigencia de su arsenal político es manifiesta. El PP sigue sin perder ocasión de desperdiciar oportunidades de modernizar el discurso, el que, según constatan los estudios sociológicos, empieza a ser únicamente adquirido por las antaño denominadas clases pasivas. Una tercera edad que muta con mayor rapidez que el partido que gobierna en España, aunque, para su tormento, no lo haga en Madrid ni en las grandes ciudades de España, incluida Palma.

Si estamos ante una manifestación cristiana, tradición de la católica España, pues que de ella se haga cargo la Iglesia; si es una cabalgata de todos, a qué santo hay que invocar, elevarle preces, rogar su intersección ante el altísimo, para que no puedan desfilar los que por su condición sexual son denominados gays. Pervive la moral de una época oscura. Jamás te lo perdonarán, alcaldesa Carmena.

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