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Claridad

Una directiva europea de Obviedades para impedir la acción telemática de gobierno

El lehendakari Urkullu desautorizó la pretensión de Puigdemont de ser investido a distancia. "No se puede pensar" en dirigir un país "desde la acción telemática, vía internet", dijo el gobernante vasco, que a finales de octubre medió entre Puigdemont y Rajoy para que el primero convocara elecciones y el segundo, en justa reciprocidad, no activara el artículo 155. Como se sabe, no lo consiguió, pero unos días después voló a Quebec en viaje oficial y allí pidió a la UE que promueva una directiva de claridad, similar a la Clarity Act aprobada por el Parlamento federal canadiense en 2000.

Esta norma faculta al Parlamento de aquel país a tomar decisiones sobre tres asuntos cruciales: a) si la pregunta de un hipotético referéndum secesionista (como los dos habidos en Quebec en 1980 y 1995) es clara; b) si es tan clara como para ser considerada válida la mayoría que se inclina por la independencia (caso de triunfar el "sí") en una consulta dada; y c) cuál es el mínimo de participación requerido para dar por bueno el resultado que arrojen las urnas.

A Urkullu se le olvidó decir que la UE no pude inmiscuirse en los asuntos internos de sus estados miembros y legislar, sobrevolando las fronteras, sobre cuestiones que afectan a su integridad territorial. No digo yo que no le tiente hacerlo, aunque sea para impedir que el procés reverbere en la Padania o en el Véneto, pero no, no puede. Y además, visto lo visto, la directiva europea que reclama el lendakari se quedaría corta enseguida. O sería tomada por un producto legislativo pensado por y para estúpidos. Así, la Clarity Act europea (en francés, Loi de clarification) tendría que dejar establecido que un tipo huido de la justicia no puede aspirar a ser investido presidente de nada si no se halla físicamente en el lugar de la investidura.

Y lo mismo otro que está en prisión y tiene posibilidades de salir elegido (porque si nadie le vota, como Yoldi el etarra en 1987, pues vuelve al trullo y santas pascuas.) Pero lo que más problemas presenta es la investidura telemática de Puigdemont. Si al final se le logra, ¿cómo sabríamos que el que discursea y replica es nuestro payaso en su circo de Bruselas, y no un sosías aportado por Putin y Russia Today para desestabilizar la llamuerga de Rajoy? ¿Accedería el libertador a presentar su programa delante del Manneken Pis? ¿Se dejaría tocar para que supiéramos que no es un holograma? Más que de claridades, una directiva de estas características lo sería de obviedades (Obviousness Act, en francés Loi de Évidence). Pero en fin, si no tienen nada mejor que hacer...

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