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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

¡A por ellos!

Sinceramente, creí no haber oído bien cuando escuché por la radio al líder del PP catalán terminar la arenga a sus correligionarios con un contundente "¡A por ellos!". Incluso busqué cuidadosamente la noticia en internet por si me hubiese equivocado, pero comprobé que fue exactamente lo que dijo.

"¡A por ellos!" fue el grito que pronunciaron algunos a la salida de la policía y la guardia civil de sus cuarteles de la España profunda para cumplir la orden del Gobierno central de impedir el referéndum independentista en Cataluña. Intento en buena medida fallido y que estuvo acompañado de duras cargas policiales cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo y serían luego explotadas por los independentistas catalanes para acusar de brutalidad al Estado "opresor".

La noticia del "a por ellos" coincidió con otra que vi también publicada por un periódico digital según la cual el ministerio del Interior había condecorado al jefe del dispositivo policial que actuó aquel día contra quienes, acudiendo a votar en un referéndum ilegal, desafiaban claramente al Estado. Ignoro los méritos que puedan concurrir en el mando de la policía galardonado, pero sentí la coincidencia de ambas noticias como una innecesaria provocación a muchos catalanes en momentos en los que hacen falta más que nunca moderación y mano izquierda.

¿O tal vez es precisamente eso lo que se busca? Polarización para conseguir que buena parte de esa mayoría silenciosa que prefiere siempre quedarse en casa y que otros arreglen sus problemas salgan esta vez a votar y lo hagan de modo masivo por los partidos constitucionalistas? Cuando tanta falta hace la empatía, la comprensión de las razones y hasta -¿por qué no?- de las sinrazones del otro, no parece que actitudes como ésas - o la de llamar "golpe de Estado", como hacen los independentistas, al cumplimiento de la Constitución- sea lo más mejor para la imprescindible convivencia.

Y si a eso añadimos otras noticias que se han publicado estos días como la criminalización de la protesta, las amenazas a la libertad de expresión o la politización de la justicia con el apartamiento de los jueces incómodos, el panorama de nuestro Estado de derecho no puede sino resultar preocupante. La presencia del fugado ex presidente catalán e independentista irredento Puigdemont en la capital comunitaria hace que la prensa internacional se fije mucho más que otras veces en lo que sucede en nuestro país, y lo que en él ve no acaba muchas veces de gustar fuera. ¡Tengamos, pues, cuidado!

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