Diario de Mallorca

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El último misterio gozoso del independentismo irredento, que es el de los huidos a Bélgica por contraste con los sedentarios que el Tribunal Supremo investiga, los que se apresuraron a renegar de la declaración unilateral, aparece con la fotografía del Govern legítimo colgada en Internet. En ella salen todos los consellers reclamando su condición de tales salvo uno, Santi Vila, que ha sido borrado de la imagen como por arte de birlibirloque. Pero solo a medias, porque al autor de la manipulación se le olvidó quitar, además del tronco, las extremidades inferiores. Así que en la foto salen trece cabezas y veintiocho piernas, añadiendo un nuevo ejemplo visual para ilustrar el concepto de quimera que el diccionario de la Real Academia Española define, en su primera acepción, como monstruo imaginario que vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón, pero añadiendo una segunda que se refiere a aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. Para mí que los redactores de esa entrada sabían lo que iba a suceder.

Aunque haya quien piense que el Photoshop lo inventó Stalin, no es así. Los diarios se han apresurado a relacionar la desaparición oficiosa de Santi Vila con los manejos ordenados por el dictador más cruel que ha dado la historia contemporánea pero quienes sostienen semejante idea confunden los términos. Verdad es que las dictaduras, inseguras como están siempre ante el presente, y vacías de recursos, por necesidad, hacia el futuro, tienden a ponerse a cambiar el pasado a fuerza de relatos fantasiosos, textos censurados y documentos por los que se pasa la goma de borrar. Pero Stalin era un salvaje, no un idiota. Si al encargado de ir quitando a Trotski de las estampas de la Revolución de octubre (que fue, como se sabe, en noviembre) se le hubiesen olvidado las piernas habría acabado en el Gulag. Tanto Marx como Santayana nos advirtieron acerca de la imposibilidad de repetir los dramas dado que, de manera inevitable, se convierten en comedias. No, no está Stalin tras la mano que borra consellers, ni está su ejemplo. Al cabo, Heráclito tenía razón: vas a meterte en el río que recordabas y ahora resulta que es otro. Los ríos pierden la cabeza de continuo pero para que las piernas se disuelvan en el agua tiene que pasar más rato; quizá por eso el filósofo griego sostenía que el complemento del agua es el fuego. Mejor habría sido, desde luego, quemar todas las imágenes en las que saliese el conseller traidor a la causa.

Con el episodio de las piernas persistentes, el proceso soberanista da una vuelta de tuerca más. No se ha logrado la independencia pero al menos ha desaparecido, no se sabe por cuánto tiempo, la imagen proverbial de la eficacia del condado. Tanto reírse del malaje andaluz y ahora nos olvidamos de borrar la parte de abajo de la Historia. Con los inventos referidos a 1714 se había hecho bien pero, ¡ay!, está claro que es peligroso confiarse.

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