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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Pienso, luego dudo

El momento político catalán nos ocupa/preocupa,un 29% de ciudadanos españoles consideran, espontáneamente que es el segundo problema del país. Moviliza sentimientos, activa filias y fobias, a través de dos frentes (término bélico) radicalmente contrapuestos: Los soberanistas y los constitucionalistas. Planteamientos políticos que no son unívocos. No todos los soberanistas son necesariamente partidarios de la Declaración Unilateral de Independencia. Ni todos los constitucionalistas son unionistas que pretenden cargarse cualquier atisbo de autogobierno. Terceras vías haberlas haylas, aunque tal término no sea del agrado de muchos.

Dicho lo cual, a medida que transcurren mis años tengo menos certezas, y en consecuencias más dudas. Y tal actitud tiene consecuencias non gratas, y no sólo para mí, especialmente en los difíciles momentos sociopolíticos que mal vivimos no sólo en Cataluña sino también en el conjunto de la ciudadanía española. Las actitudes radicales de uno y otro bando, determinadas actuaciones judiciales y algunas contrareacciones, han creado un climax social insostenible que se pone de manifiesto especialmente en las redes sociales donde la legítima discrepancia se convierte en insulto y mentira. Sin que me considere víctima de una manía persecutoria específica, con excesiva frecuencia a los Constitucionalistas se nos clasifican entre los hijos putativos de la perversa generación del 78 madre de todos los males. Algunos consideran que con los años somos más conservadores y más cercanos (para algunos cómplices) a las tesis de los Populares y/ de Ciudadanos, especialmente en la aplicación del 155. Otros nos cualifican como cobardicas porque no nos mojamos al intentar mantenernos equidistantes entre los dos frentes abiertos. Otros más lanzados perciben incluso tics fascistas (literal) entre los que no aceptamos ni la legalidad ni la legitimidad de la Declaración Unilateral de la Independencia. En estas líneas voy "defenderme" de mis (no sólo mías) presuntas contradicciones, cobardías, equidistancias€ Sin por ello dejar de reconocer que el otro bando (de nuevo terminología bélica) también puede haberse sentido maltratado, especialmente de parte de los unionistas más radicales.

Si soy (junto con muchos/as más) de la generación del 78. Los que sin heroicidades luchamos contra la dictadura y colaboramos en su caída. Muchos hubiésemos deseado un Ruptura Democrática, pero tuvimos que confirmarnos con una Reforma Democrática. Y se hizo con honor y eficacia. La Constitución del 78, con sus múltiples imperfecciones, fue un instrumento útil para implantar la democracia en nuestro país, aunque hoy (y con razón) la consideremos no adecuada a las realidades del S.XXI. Y me mantengo (nos mantenemos) equidistantes no por cobardía, sino porque no juego (no jugamos) ni a independentismo ni a unionismo. Y como aviso a navegantes, nosotros no "perseguimos" la ideología independentista, sino en su caso consideramos algunas de sus actuaciones contrarias a las reglas de juego vigentes (Constitución y Estatut). Dicho lo cual, y curándome en salud, no somos pocos lo que no estamos de acuerdo con la aplicación de determinadas medidas judiciales, pero al mismo tiempo tampoco coincidimos con los que consideran a los detenidos como "presos políticos".

La tercera vía, que no pocos proponemos, supone una reforma profunda de la vigente Constitución. No como una "recentralización" de competencias, sino como una reconsideración del actual estado de las autonomías redefiniendo sus áreas de autogobierno, sus instrumentos fiscales y de financiación. Hoy tal Comisión está paralizada por un PP no excesivamente interesado en el asunto, y mucho menos interesado está C,s. Y los partidos nacionalistas de momento en fuera de juego. Los socialistas, últimamente sumidos en un preocupante gran silencio, proponen una Reforma Federal, algunos incluso con carácter "asimétrico" lo que no tiene porqué implicar desigualdades entre ciudadanos.

Transcurrido el proceso electoral, el 22 de diciembre, habrá que comenzar a repensar qué hacer para mantener nuestro crecimiento económico (hoy entre algodones) y como lo repercutimos en la microeconomía, en la mejora de la estabilidad laboral y del bienestar, así como superar el climax social deteriorado especialmente en Cataluña. Lo expuesto son únicamente reflexiones y propuestas, no certezas. Mientras, seguiré dudando.

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