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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Cosas sin arreglo

Internet te ofrece 418.000 respuestas a la pregunta sobre cómo hacer una sopa de cebolla. Vale decir medio millón, casi, de recetas. No sabe uno con cual quedarse y tampoco tiene tiempo para revisarlas todas porque los invitados llegarán dentro de dos horas y ni siquiera has puesto la mesa. De otro lado, y como unas palabras te remiten a otras, puedes empezar en la sopa de cebolla y acabar de en una página de sexo duro. Al final, tarde o temprano, todo desemboca en el sexo. O en la plusvalía.

-¿Tienes ya los ingredientes? -te pregunta tu mujer desde la cocina.

-Estoy en ello -dices abandonando la página de desnudos integrales en la que acabas de caer por culpa del hipertexto.

En cualquier caso, si eres sensato y no te sales mucho del carril, al final todo se soluciona. A mí me queda la duda de si debo de ponerle queso o no a la sopa, pero está buena con y sin. Aunque lo mejor, créanme, es comprarla de sobre. El sobre es uno de los grandes inventos de la humanidad, lo mismo sirve para pasar un sobresueldo que para distribuir los ingredientes de un caldo. Pero me estoy perdiendo. A lo que iba era a que hay asuntos, como el de la sopa de cebolla, para el que disponemos de cientos de miles de soluciones, y asuntos para los que no disponemos de ninguna.

Deberíamos empezar a acostumbrarnos a eso: a que hay problemas si solución. Y no estoy pensando en la crisis catalana, que también, sino en cuestiones de orden doméstico. Una gotera, por ejemplo. En mi casa hay una mancha de humedad que no logramos averiguar de dónde viene. La hemos cercado como a un animal, la hemos acorralado, pero no confiesa su origen. El mes pasado nos resignamos a vivir con ella. Con ella y con un ruido que sale de debajo el bidé. Más que de un ruido, se trata de una familia de ruidos que ha anidado ahí y no hemos hallado el modo de exterminar.

Hay cosas en la vida que no tienen solución. Deberíamos acostumbrarnos. Disponemos de cientos de miles de recetas para la sopa de cebolla o para la langosta al jengibre, pero ignoramos cómo educar a los hijos, he ahí otro ejemplo. El mercado nos ofrece todo, excepto aquello que de verdad necesitamos.

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