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José Francisco Conrado de Villalonga

El caso de Prometeo y Pandora

Para entender el trance en el que estamos inmersos es aconsejable releer a los clásicos grecolatinos. Siempre, en cualquier situación, es recomendable. Pero cuando parece poco razonable haber llegado al laberinto en el que está inmerso el país e, insondables las motivaciones de algunas personas que han conducido a ello, es oportuno invocar la literatura de la antigua Grecia en la que los mitos ya recogían escenarios e incitaciones equiparables a los acontecimientos presentes. El mito es un relato simbólico que refiere a acontecimientos, en general trascendentes, protagonizados por seres, personajes fantásticos (¿), y a veces personajillos fantasiosos, que buscan una justificación, emotiva, ritual y dificultosa, que les acababa remitiendo, casi siempre, a situaciones cuasi escatológicas. Ante todo lo que ocurre hoy, cualquier explicación que pueda ser acreditada, ideológica, económica o políticamente entraría en conflicto con el sentido común e incluso con el propio mito.

Prometeo y Pandora aparecen de forma recurrente en la mitología griega. En Hesiodo, "Los trabajos y los días", y en Esquilo la tragedia, "Prometeo encadenado", -primera novela dramática de la historia-. Ambos, poetas y dramaturgos, relatan la difícil vida de un titán, hijo de Japeto y de la oceánida Cumene, que osa sustraer, urdiendo engaños, el fuego a Zeus, el más importante de sus atributos. Zeus, dios de dioses en el Olimpo montó en cólera ante tal temeridad y espetó a Prometeo "ten cuidado Prometeo no juegues con mi paciencia"? y "dado que tu codicia te impide ser humilde, debes de saber que desde ahora tu tierra y los tuyos sufrirán problemas y vivirán peor". Epimeteo, muy impulsivo y Prometeo más prudente, decidieron proveerse de todo lo necesario para poder gobernar de forma independiente. Con esta decisión Prometeo y Epimeteo burlaron y ridiculizaron a Zeus y, Zeus, con paciente discernimiento preparó la reparación de la ruptura y también el desagravio. En ese momento aparece en escena Pandora.

Pandora, fue creada por Zeus y concebida con toda clase de dones, entre los que sobresalían su belleza, su sabiduría y su elocuencia y además fue dotada con un hermoso regalo, una caja, que no podía, y no debía abrir en ningún momento. Prometeo entendiendo que se había llegado a un alto grado de tensión y que no era oportuno seguir adelante con sus planes advirtió a Epimeteo de que no era conveniente que Pandora aceptara la ofrenda y en cualquier caso, si la admitía, bajo ningún concepto debería abrir la caja. Pandora y Epimeteo irreflexivos y deseosos de saber que podría suceder si incumplían la recomendación y contravenían las normas, abrieron la caja y de ella salieron todos los males imaginables que fueron esparcidos y llegaron a todos los ciudadanos. Según Jean-Pierre Vernant, filosofo e historiador francés, recientemente fallecido (2.007), especializado en mitología griega, sostenía que el problema de Prometeo fue creer que podía obtener para los suyos más de lo que podían recibir y eso arrastró a él y a los ciudadanos a una gran adversidad y al infortunio.

El mito de Prometeo representa el continuo inconveniente de aquellos que no temen al orden establecido, tiene una gran riqueza etiológica, explica muchas de las causas que derivan en contrariedades. Prometeo , según el mito, intenta lograr su objetivo mediante engaño, no lo logra y como castigo recibe el destierro y el encadenamiento durante 400 años. Como reflexión conclusiva el mito, nos enseña que los errores de los dirigentes conducen a situaciones indeseadas que acaban siendo soportadas por todos. Los políticos deberían de saber quien son, conocerse mejor y entender hasta donde pueden llegar, de lo contrario deviene obligado el fracaso. Platón decía que Zeus otorga el don de la política a algunos para proporcionar la necesaria armonía en la que convivir en comunidad, no justamente para lo contrario y si no se tiene esa cualidad al menos deben esforzarse en la prudencia.

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