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¿Cómo nos ha podido pasar esto?

Ahora que todos hemos empezado a lamentarnos, ahora que todos buscamos una explicación de lo que ha ocurrido, ahora que todos intentamos echar la culpa a alguien más, pero sin hacer jamás la más mínima autocrítica, déjenme que les explique por qué estamos a punto de vivir un enfrentamiento civil que nadie había creído posible hace seis meses. ¿Y saben por qué ha sido posible todo esto? Porque no nos hemos atrevido a decir en voz alta lo que pensábamos en privado. Porque nos ha dado miedo que nos llamaran fachas.

Porque por nada del mundo queríamos que nos confundieran con un corrupto del PP. Porque somos muy cultos y muy leídos, pero no tenemos ni puñetera idea de lo que es un Estado de Derecho. Porque nos hemos dejado engatusar por las mentiras más desvergonzadas y estúpidas que se han dicho en muchos años ("las urnas no delinquen", como si no pudiera haber un delito en lo que se vota en esas urnas). Porque cuando alguien nos decía -Ada Colau lo hacía a menudo- que el "derecho a decidir" figuraba en la declaración de los derechos humanos de la ONU, no corríamos a comprobarlo y nos lo tragábamos como párvulos. Porque nos hemos empeñado en creernos que el delirio narcisista de unos cuantos niños mimados -y de unos adultos que querían sentirse jóvenes jugando a revolucionarios- era una causa digna de la izquierda más honesta y más seria. Porque nos hemos reído mucho con los Savonarolas que hacían gracietas con todo lo "hispano-español". Porque también nos hemos reído mucho con las gracietas de Wyoming y Évole y de todos los humoristas que saben que lo cool es atacar al Estado de Derecho porque el Estado de Derecho no es un yihadista ni un narcos y te lo permite casi todo. Porque nos hemos dejado emborrachar por el romanticismo tóxico de las identidades y de las cançons de bressol. Porque no tenemos ni idea de cuestiones básicas de Derecho, aunque luego seamos capaces de pontificar sobre el destino de la humanidad o sobre las distopías del capitalismo postindustrial. Porque no hay nada más agradable que creerse más listo y más cool que toda esa panda de palurdos que llevan una bandera española. Porque nos hemos dejado engañar por el mito de "Madrit", ese lugar maléfico en el que sólo viven señores calvos que fuman Ducados y llevan una bandera franquista tatuada en el corazón, o bueno, tal vez un poco más abajo. Porque siempre es bueno jugar a ser revolucionario creyendo que las revoluciones se hacen con memes y tuits, y no con la sangre de la gente que muere en la calle. Porque hemos optado por la ambigüedad para que nadie pudiera pensar que ni remotamente estábamos a favor del Estado de Derecho, esa antigualla, esa cosa tan pasada de moda, esa cosa tan inútil y carca y obsoleta. Porque nos hemos dejado engatusar por la idea de que jugar a ser rebelde te permitía volver a tener 18 años y recuperar la fogosidad de la juventud ya perdida. Porque no hemos leído ni a Orwell ni a Tony Judt ni a Isaiah Berlin ni a Camus, sino a Naomi Klein y a Chomsky y a Zizek y otros charlatanes por el estilo. Porque nos hemos tragado las mentiras continuadas de esos profesores que colgaban banderitas en las fachadas de los colegios y falsificaban la historia y engañaban a sus alumnos. Porque confundimos a un partido corrupto como el PP con el Estado, que no tiene nada que ver con un partido u otro, sino con la institución que nos garantiza el pago de las nóminas y el funcionamiento de los hospitales y las condiciones básicas de la vida en común. Porque nos hemos creído que España era un país autoritario y franquista. Porque nos hemos creído que Franco había resucitado. Porque nos hemos tragado todas las campañas de intoxicación de los que nos decían que los hospitales no funcionaban a causa de los recortes, ni tampoco los colegios, ni las universidades, aunque todos sabíamos que eso no era verdad. Porque hemos dado crédito a esos intelectuales fanáticos que en Estados Unidos estarían inhabilitados por sus ideas racistas (el famoso "barco de rejilla"). Porque nos hemos dejado engañar por todos los memes y bulos y noticias falsas fabricadas por la monstruosa maquinaria de propaganda de los "indepes". Porque nos hemos callado cuando alguien nos explicaba que la independencia era un objetivo legítimo que sería aceptado de inmediato por todos los países del mundo. Porque ahora mismo muchos de nosotros seguimos pensándolo, a pesar de que el único reconocimiento que le ha llegado a la nueva República Catalana -y ni siquiera de forma oficial- es el de Osetia del Sur, que nadie sabe dónde está (y que encima fue la patria de Stalin). Porque creíamos que una simple palabra -"independència"- serviría para cambiar la pétrea realidad de las cosas, así que de un día para otro todos podríamos ser ricos y justos y feministas y benéficos. Y ahora pueden ustedes añadir todas las demás razones que se les ocurran.

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