Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Company se estrella ante Armengol

Las anteriores mayorías alternativas al PP habidas en el Parlament fueron meros paréntesis que no quebraron la contundente hegemonía de la derecha conservadora. 2019 se anuncia brumoso

El hoy senador Antich presidió (lo que hizo no fue stricto sensu presidir sino estar) dos gobiernos de coalición llamémosles de centro izquierda. Dos espejismos, puesto que acabaron yéndose por el desagüe sustituidos, elecciones mediante, por sendas mayorías absolutas parlamentarias del PP, lo que posibilitó al recordado Jaime Matas hacer y deshacer a su antojo con las consecuencias que se aprecian en los juzgados y que, de rebote, mantienen al PP bajo mínimos. Ayer, en la Cámara balear, el debate de política general, desarrollado, cómo no, a la intemperie de la crisis de Estado que ha desencadenado el pleito catalán, evidenció lo que aparece como altamente probable: la primera mayoría netamente de izquierdas existente en el Parlament no necesariamente será sustituida en 2019 por otra nítidamente derechista; hoy no existe el automatismo que inexorablemente ha operado en las dos anteriores experiencias. Además, para bien del PSOE, Armengol no es Antich, no está lastrada por su pusilanimidad, indecisión y falta de energía, sino que sabe dónde está y qué quiere hacer, aunque esté lejos (en Balears, desde los tiempos de Antonio Maura, y hemos sobrepasado el siglo, nadie se ha aproximado remotamente a tal categoría) de adquirir la vitola de estadista.

Sucede, entre otras muchas cosas, que a la presidencia del PP balear se ha encaramado Biel Company, en quien la vieja y a lo que se ve irreductible nomenclatura del partido vio la alternativa idónea a lo que representaba José Ramón Bauzá, finiquitado por el desastre electoral de 2015 (similar en toda España, no fue exclusivo de Balears, mejor recordarlo). A la acomodada nomenclatura no se le ocurrió pensar que no era descartable la posibilidad de que el sustituto deviniera en fiasco, que es lo que acontece con estrépito. La intervención que ayer Company hilvanó en la Cámara balear fue el recordatorio de sus carencias y, lo que es más lacerante para los intereses electorales de la derecha, las del PP. Company entró de lleno en el asunto catalán, del que no entiende nada, sino que se limita a enunciar el guión plasmado en el argumentario del PP: el PSOE es radical por ir acompañado de Més y Podemos. No se paró en barras el antiguo presidente de la patronal de los empresarios agrícolas, la que organizaba efectivas tractoradas para desasosegar al siempre desasosegado Antich, sino que optó por embestir al trapo de la corrupción a cuenta de los contratos de la conselleria de Turismo. Més ha quedado abrasado por el desastre del departamento gestionado por Biel Barceló. Més ha perdido el 90 por ciento del crédito de ética política que pudiera haber acumulado. Es probable que lo pague duramente en las urnas. Además, Barceló es un muerto viviente en el mundo de la política. Pero si en algo ha de mantener sellados los labios el PP es en el asunto de la corrupción. Armengol ni tan siquiera tuvo que esmerase en la réplica: le recordó que primero paguen los cien mil euros con los que en negro acomodaron su sede, la contigua al Parlament, para hablar de la cuestión. El recordado Matas todavía extiende su ominosa sombra sobre el PP. A Company se le nota demasiado de dónde viene y a dónde quiere llegar, a un lugar que es posible no alcance. No son unos cuantos los que en el PP coligen que la apuesta por Biel Company se puede saldar con un fracaso que los mantendrá en el frío de las tinieblas exteriores más allá de 2019.

Vivimos tiempos convulsos, altamente inflamables, poco predecibles.Tiempos recios. Cuál será la situación con la que se llegará a las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2019 no es posible anticiparlo, casi ni tan siquiera preverlo. Tenemos un par de certezas: Francina Armengol no es Antich. Por ahí el PSOE no ha de penar. Biel Company no es Gabriel Cañellas. No guarda ni las apariencias. El PP sigue sin tener la fortuna de toparse con alguien parecido.

Compartir el artículo

stats