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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

Televisión pública alemana y extrema derecha

Los dos canales de la televisión pública alemana, ARD y ZDF, son blanco de las críticas de Alternativa para Alemania (AfD), el partido xenófobo y antieuro que acaba de entrar en el Bundestag y se opone al canon televisivo obligatorio. Los ataques arreciaron después de que el día de la última cita electoral, uno de los responsables de contenidos de la TV pública pronunciara ante las cámaras un comentario en el que calificaba a AFD de "peligro para la democracia" por decir que quería recuperar "al país y al pueblo".

"Señor Gauland, dijo el responsable, dirigiéndose al líder de AfD, este país no le pertenece a usted ni a su partido, y mucho menos el pueblo". Como otros partidos populistas de extrema derecha, Alternativa para Alemania se mueve mucho mejor en las redes sociales y la llamada blogoesfera, donde pueden circular todo tipo de bulos y medias verdades sin el mínimo control.

Tras ese comentario televisivo le llovieron a su autor todo tipo de críticas de los votantes más extremistas de la AfD, alguno de los cuales llegó a calificarle de "rata traidora". Pero hay otro tipo de críticas a la televisión pública germana y son las procedentes sobre todo de poderosos grupos editoriales como el de Axel Springer, editor del diario sensacionalista y millonario en tirada Bild y del conservador Die Welt.

Éstos y otros grupos periodísticos acusan a ARD y ZDF, pero sobre todo al primer canal, de hacerles la competencia desleal al remitir continuamente en sus telediarios a las informaciones y ampliaciones de las noticias que publican en internet. No puede ser, argumentan aquéllos, que unas cadenas públicas, financiadas gracias al canon que pagan obligatoriamente los ciudadanos, compitan en la red con grupos periodísticos privados como el citado o los que publican semanarios como Der Spiegel o Die Zeit.

Ocurre además que el primer canal de la televisión pública -ARD- se han asociado con un diario de propiedad privada, el Süddeutsche Zeitung, para actividades de periodismo de investigación, lo que equivale, según sus rivales, a subvencionarlo con dinero público. Lo que no dicen muchos de los que se quejan de la competencia de las televisiones públicas porque no ganan suficiente en internet, critica Der Spiegel, es que sus editores prefirieron ahorrar en sus redacciones y no invirtieron suficiente en el sector digital, lo que ha ido en detrimento de la calidad de su oferta.

En lo que tienen seguramente razón muchos críticos es en el incremento en las televisiones públicas tanto de este como de otros países de costosos programas de la más estúpida diversión, que compiten con otros igualmente o aún más estúpidos de los canales privados, pero que no pagan los ciudadanos. En el caso de Alemania, Der Spiegel lo atribuye sobre todo a una decisión de las potencias ocupantes tras la Segunda Guerra Mundial, que pensaron que había que entretener a ese pueblo descarriado que habían votado al régimen nazi para educarlo a la vez en democracia -y economía de mercado, habría que añadir- mediante los informativos.

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