Dentro de las hepatitis víricas, la denominada hepatitis A está causada por un virus altamente resistente a los condiciones ambientales que se denomina del mismo modo que la enfermedad (virus hepatitis A). Este tipo de hepatitis se presenta generalmente de forma aguda con un cuadro de ictericia, fiebre y malestar general. Se trasmite principalmente por vía oral-fecal, es decir por la ingesta de algún producto contaminado por el virus o por contacto con las heces o elementos de una persona infectada. Esta enfermedad se asocia a una mala higiene personal y a la falta de agua depurada, de ahí los brotes o epidemias que se presentan en todo el mundo.

El virus infecta el tracto intestinal, en donde es excretado por las heces durante 10-30 días, y de ahí pasa al hígado donde desarrolla su actividad patogénica. A diferencia de las hepatitis B o C, la hepatitis A no produce hepatopatía crónica y rara vez es mortal. La mayoría de los niños suelen pasar la enfermedad sin presentar ningún síntoma y la gravedad y mortalidad aumentan con la edad de las personas enfermas.

En Europa se detectó un pico de 5.000 casos de hepatitis A en 2.008 y un descenso significativo en los años posteriores estabilizándose en unos 2.000 casos al año hasta 2.016 en que ya se observó un incremento de casos que ha sido preocupante en 2.017. Hasta septiembre del presente año se han comunicado más de 7.000 casos en toda Europa, de los cuales 3.188 (45%) corresponden a España. En 2016 nuestro país comunicó tan solo 394 casos en el mismo período, lo cual representa un aumento de ocho veces con respecto al año anterior. En Baleares en 2016 se comunicaron 9 casos de hepatitis A y en lo que vamos de 2017 ya se han declarado 25 casos.

¿A que se debe este aumento tan espectacular?, tanto en España como en otros países se han producido importantes brotes que han afectado al colectivo de hombres que practican sexo con otros hombres (HSH). En estas prácticas el contacto entre la zona anal de una persona infectada, excretora fecal prolongada del virus de la hepatitis A, con las manos o la cavidad oral, sin las adecuadas medidas higiénicas, facilita enormemente la adquisición y transmisión de este virus. Evidentemente no todos los casos pueden atribuirse a estas actividades pero la mayoría de ellos ocurren en hombres de entre 18 y 64 años de edad; habiéndose observado que la relación de casos hombre/mujer era muy similar hasta 2015 y en 2017 está siendo tres veces superior en hombres.

En Portugal el 88% de todos los casos de hepatitis A se han producido en hombres y el 52% se contagiaron por vía sexual. En Italia y otros países los datos son muy parecidos y entre el 60-80% de todos los casos actuales se adquieren por contacto sexual entre hombres. No se sabe que aspectos epidemiológicos han podido cambiar en los últimos años para que se haya producido esta situación, ya que en 2015 este grupo de riesgo tan sólo representaba el 8% en Italia.

La falta de una vacunación rutinaria frente a las hepatitis A en la mayoría de países ha permitido la rápida difusión y expansión de este virus. Personas infectadas y excretoras asintomáticas han mantenido la presencia del virus en el entorno humano. Las prácticas sexuales sin la adecuada protección no han hecho más que expandir y acelerar este proceso de difusión masiva en el colectivo de riesgo (HSH). Una inmunidad superior al 70% en la población general conseguiría disminuir drásticamente la transmisión sostenida y los diferentes brotes. El porcentaje actual en Europa y Estados Unidos no supera el 20-30% de la población general.

Para evitar este tipo de situaciones debemos recurrir a dos estrategias. La primera es la de la información y educación de los diferentes grupos de riesgo en las prácticas sexuales en las que se produzcan frecuentes contactos anales. La higiene escrupulosa y los diferentes antisépticos pueden contribuir a una disminución importante de la posibilidad de adquisición y transmisión de la hepatitis A en estas actividades.

Por otro lado, la vacunación frente a la hepatitis A en la población general y, muy especialmente en los grupos de riesgo (HSM), sería la mejor solución a largo plazo. Sin embargo en estos momentos se está produciendo en toda Europa una escasez por desabastecimiento de la vacuna frente a la hepatitis A; de modo que deben priorizarse los grupos a los que se deben destinar las dosis existentes. El primer grupo lo constituyen los pacientes con riesgo de complicaciones por este virus, es decir los que presenten una hepatopatía crónica (elevado riesgo de hepatitis fulminante), los receptores de trasplante hepático y los inmunodeprimidos.

Las personas con conductas sexuales de riesgo, HSH con múltiples parejas y los profesionales del sexo, constituyen y están reconocidas como grupos de riesgo con prioridad secundaria en el proceso de vacunación frente a la hepatitis A.

El Centro Europeo para el Control de las Enfermedades (ECDC) recomienda que se administre la vacuna de la hepatitis A a los HSH que vivan en áreas en las que se han producido brotes, o vayan a viajar donde ya se hayan producido, a los que acudan a grandes festivales o concentraciones, dado que poseen mayor riesgo de contacto con muchas otras personas, y aquellos que tengan previamente alguna enfermedad crónica del hígado.

Es evidente que el sexo es un placer pero siempre deberían tomarse las suficientes precauciones no sólo para evitar embarazos no deseados sino también para evitar la adquisición y difusión de las infecciones de transmisión sexual. A las ya clásicas debemos añadir la hepatitis A; es cierto que parece que por ahora sólo se relaciona con cierto tipo de prácticas sexuales, afectando preferentemente al grupo de riesgo de los HSH, pero no debemos bajar la guardia y estar atentos a la evolución de los acontecimientos. De nuevo la información clara y basada en la evidencia científica se convierte en la mejor herramienta de prevención en las enfermedades infecciosas.

*Doctor en la Unidad de Virología del Hospital Universitario Son Espases