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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Lo que dijo el alcalde Noguera

No corren buenos tiempos para expresarse, hable un Nobel, un juglar o un futbolista. Hay que andarse con pies de plomo y medir muy bien lo que se dice, que el ambiente está cargado. Para desgracia de la verdad y del interés público, la tecnología ayuda a los incendiarios, a los manipuladores y a quienes disfrutan escandalizándose y creando escándalo. Cualquiera puede sacar su teléfono móvil y grabar una conversación privada, o incluso íntima, desfigurarla y echar al prójimo a los leones. Le acaba de ocurrir al alcalde de Palma, Antoni Noguera, vapuleado en algunos medios por haberse manifestado 'harto de España', pero con palabras algo más gruesas, en el transcurso de una conversación banal en su tiempo personal. El pequeño delator que algunos patriotas llevan dentro no tardó en divulgar la voz del primer edil, al que han llovido las críticas. A quienes prefieren manosear el texto no les suele importar el contexto, al contrario, les estorba. Televisiones nacionales, diarios y medios digitales han llamado a eso "polémicas declaraciones" para calentar la espera de la posible proclamación de la independencia de Cataluña el martes pasado. Aunque es mejor no justificarse ante cotillas, espías y profesionales del ruido, Noguera explicó que en un ambiente distendido, de copas con unos amigos, había parafraseado (en castellano, como en el original) la famosa sentencia de Pepe Rubianes sobre sus sentimientos hacia la unidad de España. Ya saben, "que se metan a España..." Y me ahorro el final, no sea que se me recorte y se me adjudique uno de los momentos más gloriosos del humor de las últimas décadas. El añorado Rubianes, que acumulaba fans en todos los puntos de la geografía, llenaba el Auditòrium y arrancaba minutos de aplausos con el público en pie, nos hacía llorar de la risa con sus parlamentos políticamente incorrectos. Hoy sería malinterpretado, tergiversado y amenazado por quienes siempre tuvieron la libertad de no acudir al teatro a verle.

La verdadera noticia sería que un alcalde ecosoberanista de Més cantase el himno nacional en la ducha, porque eso contravendría la lógica del discurso con el que se presentó a las elecciones. O que defendiese con sus allegados la unidad nacional después de haberse manifestado favorable al referéndum de Cataluña y a su independencia por activa y por pasiva. Sería censurable que Noguera insultase a España en un acto público, mientras ostenta la representación de todos los ciudadanos, a los que debe un exquisito respeto, como también que en el ejercicio de sus funciones se mostrase grosero con las instituciones del Estado. Resultaría trascendente para los palmesanos que se le grabara ejecutando una corruptela o encubriéndola. Pero no veo que se le deba juzgar por una charleta de colegas en una noche de marcha, no es asunto nuestro. Con sinceridad, ninguno pasaríamos la prueba del algodón de que nos escruten en la intimidad, despotricando del jefe, riéndonos del cuñado, contando un chiste verde o deseando tirar al niño por la ventana. Pero resulta sano y recomendable disponer de un espacio de libertad mental y verbal en el que expresar sentimientos y anhelos que, convenientemente filtrados con las normas de la convivencia y la ética, no van más allá. Antoni Noguera podría vigilar a partir de ahora sus palabras y a sus amistades porque cualquiera puede grabarle incluso en el cuarto de baño, pero eso le convertiría en un alcalde obsesivo y en una persona infeliz.

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