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Una sola Europa

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, propuso este miércoles en el Parlamento Europeo, en su discurso sobre el Estado de la Unión, que cese el concepto de Europa de varias velocidades. Una vez fuera el Reino Unido, que exigía una versión reducida y a la carta de la integración, Bruselas, que interpreta sin duda el sentir de la mayoría de los Estados asociados, quiere que los 27 formen parte de Schengen, se integren en la eurozona y participen en la Unión Bancaria que debe quedar concluida en 2025. Es un programa de máximos que sin embargo suscita hoy muchos menos recelos que ayer.

El eje franco alemán, del que se conoce la solidez de la pata germánica „se da por descontada la permanencia de la canciller una legislatura más„ y del que aún no se han disipado todas las incógnita del lado francés, debería ser el encargado de impulsar esa idea, que contaría con el respaldo incondicional de España e Italia, y que como primera providencia requeriría mano firme con las vacilantes democracias del este. Es de cualquier modo reconfortante observar cómo la salida de Londres de la UE permite plantear sin circunloquios una Europa federal, capaz de convertirse en un actor equivalente a los que hasta ayer mismo escenificaron la bipolaridad, y de mirar de tú a tú a Estados Unidos, Rusia y China. El proyecto, que ha de ser abierto y generoso, requerirá grandes dosis de magnanimidad y un derroche de inteligencia. Veremos si encontramos en el actual establishment político ingredientes bastantes para estos menesteres.

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