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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Un tanque para ser feliz

El consejero de Presidencia de la Generalitat, Jordi Turull, afirma que es un honor y un privilegio vivir este momento de Cataluña, que consiste en convocar un referéndum ilegal. A diferencia de su antecesora, no teme por su patrimonio personal porque lo más valioso que tiene son sus convicciones.

Del miedo y las convicciones ha habido clases teóricas y prácticas muy recientes en Cataluña. Pese a ello, las convicciones firmes, ¡ar!, conservan su prestigio.

No hay misión sin voluntarios sin miedo a las consecuencias. Por eso Turull invocó los tanques españoles contra la independencia. No era la primera vez que lo hacía el independentismo catalán. El independentismo catalán para ser feliz quiere un tanque, por el mismo motivo que Loquillo quería un camión. El independentismo catalán, según su lógica manifiestamente manifestada en la manifa del 26 de agosto, se lo pide a los reyes (de España) traficantes de armas.

El carro de combate está cumpliendo este año el centenario de su estreno en el campo de batalla y aunque está muy cuestionado en el mundo de la guerra no convencional, conserva todo su carácter simbólico de máquina militar todo terreno, acorazada y fuertemente armada que abolió para siempre las trincheras.

¡Un tanque, un tanque!, el independentismo catalán necesita un tanque que nadie va a sacar para que Jordi Turull se ponga delante, ofrezca su pecho, extienda sus brazos en cruz y lo detenga con su mera presencia en un desplante que tiene mucho de chino y (perdón) algo de torero.

Un tanque para diseñar el icono de la república independiente, un san Jorge laico contra un dragón de acero. Un tanque para una fantasía de violación o para cabalgar su cañón a horcajadas.

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