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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

¡Avergonzaos!

Cuenta Jennifer Jacquet, profesora de ciencias medioambientales de la Universidad de Nueva York, en declaraciones en el diario Süddeutsche Zeitung, que el Estado de California ha luchado con éxito contra la evasión fiscal mediante la exposición pública de los delincuentes. A quienes no cumplen con sus obligaciones con Hacienda se les envía una carta de aviso antes de publicar sus nombres en la red para avergonzarlos ante sus conciudadanos, método, que, según ella, se ha demostrado que funciona.

Las autoridades podrían limitarse a sancionarlos con la multa que corresponda, pero prefieren recurrir al public shaming (el avergonzamiento público), moderno equivalente de aquella picota en la que durante la Edad Media se exponía públicamente a los reos. Seguramente es un método que no funciona con todos. Así hemos visto cómo un personaje como el presidente de EE UU, Donald Trump, incluso parece jactarse de haber evadido impuestos.

A los tipos como él - y de esos hay por desgracia muchos - parece preocuparles más, por ejemplo, los posibles fracasos empresariales o el hecho de descender algún puesto en las lista de multimillonarios que publica Forbes. Pese a todo, la profesora estadounidense considera el avergonzamiento público un método eficaz para obligar a cambiar de comportamiento a quienes violan las normas sociales o atentan, por ejemplo, contra el medio ambiente.

Ocurre, por ejemplo, con muchas empresas a las que se señala en público por incurrir en la sobrepesca, la explotación de los trabajadores de mundo en desarrollo o la destrucción del bosque tropical y que temen perder con su reputación cuotas de mercado. Para que ese método funcione, sin embargo, tiene que haber una colectividad y unas normas comunes: es necesaria una opinión pública que considere reprobables por insolidarios tales comportamientos. Hoy existe además el peligro derivado del uso y abuso de las redes sociales, que se utilizan muchas veces solo para vilipendiar a alguien con consecuencias difícilmente controlables.

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