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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

Pasión de pasiones

Con Pedro Sánchez, el PSOE cambia de forma dramática su tradicional doctrina sobre los fundamentos del Estado

Con Sánchez y su eslogan de que España es una nación de naciones y un Estado plurinacional, el PSOE cambia de forma dramática su tradicional doctrina sobre los fundamentos del Estado. De un Estado formado por ciudadanos iguales a un Estado formado por naciones desiguales. Pues la desigualdad y la diferencia es lo que explica la existencia de naciones. Bien es verdad que tampoco constituye una novedad. A principios de los setenta, con Franco ya casi momificado, el PSOE defendía una república federal y el derecho de autodeterminación de las nacionalidades. Se explicó lo inexplicable por los efectos deletéreos del fracaso de la República, el golpe de Estado del 36, la Guerra Civil, la represión y los cuarenta años de un dictadura sin final, una pesadilla a la que se había acomodado una gran parte de la población. En los años sesenta, de acelerado crecimiento económico y concentración urbana, eran contados los individuos del círculo de conocidos, incluidos los universitarios, que proclamaran su disidencia política. En Mallorca y en Barcelona. Tan cierto es que el sueño de la razón produce monstruos como que la imposición de la sinrazón y el totalitarismo fascista auspiciaron extravagancias doctrinales en colectivos ajenos a los grandes acontecimientos mundiales. Las utopías pacifistas provenientes de Berkeley podían conjugarse sin graves disensiones con referencias sacramentales al Libro Rojo de Mao desde las páginas de la revista Destino.

La invocación a un Estado plurinacional que verbaliza una mujer de la guardia pretoriana de Sánchez, Adriana Lastra, se concreta en Bolivia y Ecuador, sin duda modelos perfeccionados de sus incipientes consideraciones sobre el reino de Asturias y el reino de España. Aunque lo que parece percibirse en tan eximios dirigentes es una enciclopédica incultura que pasa por rendir tributo a la figura del fallecido Helmut Kohl como ejemplar dirigente socialdemócrata. Siento en el alma decirlo, pero hasta el gobierno del poco amigo de la verdad Mariano Rajoy parece más capaz de asegurar la sensatez que estas almas cándidas crecidas al amparo profesional del aparato del PSOE de Zapatero y cohesionadas en torno a la figura de un populista ambicioso (perdón por el pleonasmo) como Sánchez; al que hay que reconocer (al César lo que es del César) que ha mejorado la dicción de su perorar, algo es algo. A mí, la invocación de un Estado plurinacional me remite al Imperio Austrohúngaro, Kakania, obsesión recurrente de Berlanga, que, como todos sabemos, alumbró la Viena de Freud, Wittgenstein, Kraus, Mach, Loos, Mahler, Schönberg, Klimt, Kokoschka, Zweig, Hofmannsthal,? la Praga de Rilke y Kafka, y que estalló con la I Guerra Mundial. Y también a Yugoslavia, cuya desmembración condujo a la guerra entre Croacia y Serbia y a las matanzas de Srebrenica en Bosnia. Sólo un Estado plurinacional sobrevivió durante setenta años a sus naciones en el siglo XX: la URSS. Y sobrevivió porque era una dictadura del PCUS. Cuando Sánchez proclama a España como un Estado plurinacional, cuyas naciones, aparte de Cataluña, el País Vasco y Galicia no sabemos cuáles son, debería explicar cómo se conjuga tal aserto sin la admisión de partidos socialistas de cada nación, justo el modelo contrario por el que ha sido elegido por los afiliados del PSOE de toda España. Se trata de un partido incongruente con la realidad del Estado que propugna. A no ser que en una nueva vuelta de tuerca pretenda reconstruir la Federación de Partidos Socialistas que propugnaban, hace cuarenta años, Leguina, Barón, Reventós, Rojas Marcos, Beiras y Garcés, que sería algo parecido a una autoinmolación; conociendo al personaje, totalmente descartable.

El término nación de naciones para España constituye una abstracción de una abstracción, lo que conduce directamente al esperpento lingüístico. Se trataría de una glosolalia que, según Wikipedia, es la vocalización fluida de sílabas sin significado comprensible alguno. En psiquiatría se define como un lenguaje ininteligible, propio del habla infantil, y también común en estado de trance o ciertos estados psicopatológicos producidos por distintas causas, como las intoxicaciones. Todo ello conforma el equipaje del PSOE, la Izquierda, para afrontar el secesionismo catalán. Si la nacionalidad es la nación cultural, el Estado es la nación política, razón por la cual el independentismo no tiene otro objetivo que identificar nación cultural y nación política. Las consecuencias para los ciudadanos de que un partido como el PSOE se deje intoxicar por abstracciones hasta el punto de intentar vetar la aplicación de medidas constitucionales como la contemplada en el artículo 155, pueden ser irreparables. Así sucedería el dinamitado de la propia Constitución por uno de sus arquitectos. Una traición sólo explicable por la pasión de las pasiones: el poder.

Lo explicaba así Huxley en su novela Contrapunto, en la proclama de Ingleses Libres: "El sistema de partidos funciona bastante bien cuando son simplemente dos grupos de oligarcas rivales de la misma clase y con los mismos intereses e ideales que compiten por el poder. Pero cuando se identifican con clases y desarrollan principios de partido, el sistema se convierte en un absurdo. Por el hecho de sentarme en un lado de la Cámara y usted en el otro, me veo obligado a admitir el individualismo con exclusión de toda intervención del Estado, usted, al revés; yo estoy obligado a creer en el nacionalismo, hasta en el nacionalismo económico (una imbecilidad) y usted en el internacionalismo político (que no es menos imbecilidad); yo obligado a admitir la dictadura de los ricos (excluyendo a los inteligentes), usted la dictadura de los pobres (también excluyendo a los inteligentes). Todo porque yo estoy en la Derecha y usted en la Izquierda. Los derechos de la topografía son más fuertes que los del buen sentido".

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