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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

El PP descubre que Palma es una ciudad sucia

El PP hace el descubrimiento de las últimas décadas, se entera de que Palma es una ciudad sucia; en consecuencia...

Margarita Durán, flamante presidenta del PP de Palma y portavoz del partido en Cort, siempre osada en sus pronunciamientos, producto, sin duda, de su prodigiosa categoría política, que acabará por catapultarla a muy altos cometidos, ha sentenciado que Ciutat se halla en estado de emergencia por la suciedad que avanza sin remedio por calles y plazas. Espeta la señora Durán que la inmundicia se ha convertido en la "seña de identidad del pacto de izquierdas en Cort". También considera inconcebible que la concejala encargada de la limpieza, Neus Truyols, se haya ido de vacaciones dejando la ciudad "más sucia que nunca".

Margarita Durán ventea una memoria deliberadamente corta, tanto que solo alcanza a constatar que ahora Palma está sucia, muy sucia, eminentemente guarra; obviedad que el alcalde Noguera, si no quiere que su mandato devenga en estrepitoso fiasco, deberá afanarse en revertir. Las que nos obsequia la señora Durán debieran hacerse extensivas a los mandatos de los alcaldes que el PP ha dado a Palma: Juan Fageda, Catalina Cirer y Mateo Isern, porque con ellos, al igual que con la socialista Aina Calvo, en Ciutat ha imperado la suciedad, no se le puso coto, por impotencia o desidia. En tiempos de la alcaldesa Cirer reventó el carísimo invento de la recogida neumática de basuras. Nadie en el PP ha pedido responsabilidades por el fiasco, incluido el económico.

No nos desviemos: el socialista José Hila, antecesor de Noguera en la alcaldía, tampoco solventó la cuestión. Venía, Hila, de sustituir a Isern, que nada hizo al respecto, cosa que hay que recordarle a Margarita Durán, como nada efectivo implementó la alcaldesa Calvo; y, ocioso es mencionarlo, nefasta fue la gestión, si la hubo, de la alcaldesa Cirer. Dejémoslo aquí. No retrocedamos más en el tiempo. Es suficiente.

Por ello resultan tan extemporáneos los términos que enmarcan la denuncia de la señora Durán, a la que se le escapa por los cuatro costados que, después de haber sido elegida presidenta del PP de Palma, se ve en la tesitura de corregir la deficiente oposición que protagoniza en las casas consistoriales, donde compite en inoperancia con el portavoz de Ciudadanos. Sí, señora Durán, Palma está sucia. Es una ciudad sucia. Lo ha estado en los últimos lustros. Ayer, hoy y lo seguirá estando mañana, salvo que el alcalde Noguera sea agraciado con una revelación divina dándose por enterado de que por encima de todo ha de procurar proporcionar seguridad, ausencia de ruidos y limpieza a los que vivimos en Palma. Nada de eso han hecho quienes le han precedido en el cargo, porque, insistamos en ello, no hay recuerdo de un tiempo en el que Ciutat luciese razonablemente limpia. Sucede que ahora, con la avalancha turística, que algún remedio habrá que ponerle, por mucho que cuando se menta el asunto los haya que farisaicamente proceden a rasgarse las vestiduras, eliminar la suciedad sea más difícil, más costoso.

Solo resta que, como varios vecinos denunciaban que ha ocurrido en El Terreno, grandes roedores, ratas, salgan de las alcantarillas y solares vacíos. El argumento definitivo para que Margarita Durán exija la dimisión del alcalde. Los vecinos van sobradamente provistos de razones para efectuar la queja. La que no las tiene es la señora Durán, a la que nunca se la oyó chistar cuando con el alcalde Isern o la alcaldesa Cirer, Palma era una ciudad sucia. Con la segunda, puede alegarlo en su descargo, residía en Llucmajor, no se sentía concernida por la suciedad de Ciutat. Con el segundo, se desempeñaba en la presidencia del Parlament, cargo institucional que obliga a mantener una obligada neutralidad política, muchas veces quebrada, que seguro le impidió denunciar que Palma andaba sucia. Ahora puede y debe hacerlo. Bien hecho. Complete la faena considerando públicamente desde cuándo se padece tan puerco estado de cosas.

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