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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Los ciudadanos también opinan

Los empresarios turísticos pueden opinar sobre turismo; los expertos, los managers, los consultores, e incluso los sindicatos, también. Pero a algunos les parece inútil, e incluso "peligroso", que opinen ciudadanos y ciudadanas corrientes, cuya actividad económica y/o profesional no tenga relación directa con la actividad turística, cuyos juicios de valor tienden a concretarse en reacciones turismofóbicas. Otros, los que no pensamos así, consideramos que, especialmente en nuestra comunidad donde el turismo afecta directa o indirectamente al conjunto de nuestra sociedad y a todos en mayor o menor medida, la ciudadanía tiene derecho a tener opinión propia sobre "nuestro" turismo, más aún su opinión debería tenerse en consideración. Acaba de ver la luz el último número (320 julio) de Quaderns Gadeso (gadeso.org), donde se refleja la opinión de la ciudadanía de Balears referida, entre otros ítems, a los puntos fuertes y débiles de nuestro producto turístico, las previsiones de la presente temporada alta, así como sus propuestas de mejora.

Los ciudadanos conocen y reconocen que el turismo es la base de nuestro bienestar y que es generador de trabajo. ¡Nada de turismofobia! Pero, a pesar de que un 89% considera que aumentará el número de turistas y un 78% que mejorarán los beneficios empresariales, y sin dejar de reconocer determinadas iniciativas públicas y privadas orientadas a prolongar la temporada alta y a crear productos turísticos diferenciados dirigidos a potenciar las temporadas media y baja, sólo un 20% cree que repercutirá en la "rentabilidad social" (salarios justos, trabajo estable€). Frente a tales realidades un 81% comienza a demandar (aunque no sea fácil) un impulso de otras actividades (vgr. la náutica) con carácter menos estacional, con valor añadido relevante y personal cualificado, simplemente porque considera excesiva la dependencia del todavía vigente modelo productivo basado en una actividad intensiva, estacional, y en una mano de obra de escasa profesionalidad.

Un 86% piensa que es imprescindible proteger nuestro territorio insular, nuestro patrimonio natural y cultural, limitado y frágil, que forma (o debería formar) parte esencial de nuestro producto diferencial. Mientras un 87% cree que nuestro territorio está excesivamente ocupado y mal gestionado. En concreto, el ciudadano corriente percibe, vive y sufre, una saturación progresiva en las carreteras, en determinadas playas y en sus accesos, así como en lugares emblemáticos de interés turístico. Valga como ejemplo, no el único, el centro histórico de Palma repleto de turistas y visitantes. También se incluye una valoración acerca del turismo de cruceros. Se reconoce su (relativa) capacidad de gasto, pero también la excesiva concentración y masificación.

Por vez primera aparece la inquietud ciudadana referido al consumo, uso y abuso de recursos (agua, energía, eliminación de residuos€), infraestructuras, equipamientos y servicios, concentrado básicamente en dos meses donde doblamos nuestra población autóctona. También se hace referencia a la insostenibilidad de nuestros aeropuertos (concentración de vuelos y viajeros, nula gestión de redistribución de tráfico€).

Para concluir se les preguntó su valoración sobre la gestión turística de nuestro actual Govern presidido por Armengol. Un 35% lo valora positivamente, un 20% negativamente, y un 30% regular. Se valora en positivo la implantación y gestión del Impuesto de Turismo sostenible, y la voluntad de modificar aspectos obsoletos de nuestro modelo turístico. En cambio se valora en negativo la gestión del denominado "alquiler turístico" por su indefinición, Percepción que probablemente ha empeorado después de la ceremonia de la confusión provocada no sólo por el voto negativo de Podemos, sino también y principalmente por los "desajustes" en la conselleria de Turismo.

Es posible (e incluso probable) que algunos consideren, especialmente los que sacan máximo provecho de la buena coyuntura actual, que las opiniones propuestas de la ciudadanía son simplistas y expresiones de turismofobia latente y creciente. Pero otros "consideramos que los enemigos reales del turismo son los que propician un crecimiento sin límite de tal actividad turística, sin inquietarles lo más mínimo que ésta sea sostenible (o no) a medio y largo plazo. A estos siempre les quedará Costa Rica, Bali o Marruecos".

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