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Camilo José Cela Conde

Diálogo

Los diarios, tanto de Cataluña como del resto del Estado, han coincidido en reflejar de manera destacada la visita de Pedro Sánchez...

Los diarios, tanto de Cataluña como del resto del Estado, han coincidido en reflejar de manera destacada la visita de Pedro Sánchez a Barcelona para asistir a la proclamación de Iceta como candidato del Partit Socialista de Catalunya y, de paso, firmar el documento que lleva el nombre de la Ciudad Condal. También se han puesto de acuerdo, se ve, a la hora de los titulares diciendo que el secretario general del PSOE ha urgido a Rajoy y a Puigdemont a que dialoguen antes del 1 de octubre.

Salvo que se trate de un nuevo episodio de la Alicia de Lewis Carroll, y las palabras signifiquen ahora lo que uno quiere que signifiquen en vez de aquello que entienden por lo común los demás, Sánchez debía estar de ánimo festivo. Lo indica el que mencionase como principal mérito de Miquel Iceta, el flamante candidato que, con toda probabilidad, sacará una mayoría en el Parlament en las próximas elecciones, que tenga un gran sentido del humor. Que ambos disfrutan de ese talento lo demuestra que el primer secretario del PSC anime a los moderados del PDECat -la antigua Convergència- descontentos con las decisiones del presidente Puigdemont a unirse a los socialistas catalanes. O que el otro secretario, Sánchez, diga que la cuestión catalana no se resuelve con amenazas por tierra, mar y aire, que viene a ser como invocar la soga en casa del ahorcado. Pero incluso con semejantes perlas dialécticas, ¿da tanto juego el humor a bote pronto como para creer que se puede pedir a estas alturas a los dos presidentes, el del Gobierno y el de la Generalitat, a que hagan a toda prisa lo que no han hecho en dos años?

Dialogar, lo que se dice dialogar, debe ser un procedimiento tan deseable como engorroso. Lo demuestra el que todos los protagonistas de este diálogo de besugos entre los gobiernos de Madrid y Barcelona insistan en que están deseando hacerlo pero siempre que sea por turnos, yo digo lo mío y tú dices lo tuyo, sin derecho a réplica ni que sea por alusiones. Así que, en el fondo, contentar a Sánchez sería sencillísimo. Bastaría con que Rajoy, por ejemplo, dijera que hay que ver el calor que ha hecho en el mes de julio en toda la península y luego Puigdemont afirmase que parece que el Barça no va a poder fichar por fin a ningún medio del Paris Sant Germain.

Se trata de asuntos de lo que se ha hablado mucho estas semanas últimas, tanto dentro como fuera de Barcelona, así que la pertinencia y oportunidad del diálogo basado en tales premisas son diáfanas. ¿Qué les costaría, pues, coger el teléfono y dar una alegría a Sánchez? A su vez, Iceta podría terciar diciendo que, si lo de la pluralidad nacional de España no queda del todo claro, al menos hay que aceptar la nacionalidad plural de Bélgica, que es un primer paso muy prometedor. Y venga a dialogar, frase tras frase, nos vamos acercando al primer día de octubre tan ricamente. Hay que ver lo fácil que era y hasta que ha llegado el estadista Sánchez ni nos enterábamos.

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