En un país donde los clubes de fútbol de primera división, a pesar de las sumas astronómicas que mueven y manejan, apenas pagan impuestos. Donde las administraciones públicas (ayuntamiento, etc.) miman a esos mismos clubes, "regalándoles" campos de fútbol que hemos pagado entre todos. Donde a esos mismos equipos del mal llamado deporte rey se les consiente prácticamente todo, aunque dé la impresión de que algunos de sus dirigentes se hayan mofado durante años de su fiel afición (la única que se merecería respeto, por esa fidelidad). En ese mismo lugar, un club de voleibol, el hasta ahora llamado Ca'n Ventura Palma, que, surgido de la nada, en poco tiempo se ha situado a la cabeza de los clubes de voleibol de todo el Estado; un club que esta misma temporada que acaba de terminar lo ha ganado todo para su ciudad (Palma) y su isla (Mallorca) -la Superliga nacional española y la Copa del Rey-; un club que ha dejado con la boca abierta de admiración al resto de España y también a media Europa por su progresión, por su calidad, por su esfuerzo, por su deportividad y por sus éxitos; ese club está a punto de desaparecer, si no lo ha hecho ya en el momento en que se publique este artículo.

Y va a desaparecer por una cuestión meramente económica. Porque, después del esfuerzo sobrehumano de alguien como Damià Seguí, promotor del milagro del Ca'n Ventura Palma, con una extensa historia de apoyo al voleibol mallorquín y balear a sus espaldas (y que no necesita más presentación por mi parte), no ha podido seguir haciendo frente él solo, debido a sus problemas de salud y a su edad, al esfuerzo que supone seguir costeando el mantenimiento, en la élite de la competición, de un club que (sin disponer del apoyo público y la atención mediática que se presta a otros deportes) ha llegado a un nivel del que todos deberíamos sentirnos orgullosos.

Soy consciente, como mero aficionado, deportista y padre de deportistas, de que en nuestro país el voleibol no tiene el seguimiento mediático de deportes como el reiterado balompié. Pero eso es algo que debería corregirse. No todo es fútbol (a pesar de los grandes intereses creados alrededor de este último). Y si cuando un particular, como Seguí, hace el esfuerzo de crear un club de la nada, convencer a un entrenador y un plantel de jugadores de primer nivel de que participen en el proyecto, y demostrar que el proyecto no solo se quedaba en eso sino que podía ser una exitosa realidad, no se le apoya ni desde las arcas de las administraciones públicas, ni desde las de nuestros exitosos empresarios baleares (entre los que se encuentran, gracias al turismo, algunos de los más ricos de España), debemos preguntarnos si estamos de verdad pensando en el futuro que queremos e importa.

Porque no estamos hablando de cifras astronómicas. Cuando estamos viendo en los medios de comunicación que desde esos importantes clubes de fútbol se barajan operaciones de compraventa de jugadores por muchos millones de euros (cantidades que marean a cualquier mortal de a pie), el Club Voleibol Palma solo necesita ciento cincuenta mil euros para mantenerse. Ciento cincuenta mil euros que, al parecer, nadie quiere poner: ni ayuntamiento, ni Govern, ni cualquiera de esas grandes empresas y cadenas (hoteleras o no) que tanto negocio hacen y han hecho desde Balears y que están en la élite del empresariado nacional e internacional. Ni siquiera, al parecer, a cambio de figurar como patrocinador principal del club, apareciendo así como el gran benefactor -salvador, en realidad, en esta situación tan difícil- de un equipo que tantos fieles y orgullosos seguidores ha sabido ganar en poco tiempo gracias al esfuerzo de esos jugadores y equipo técnico que tanta profesionalidad y espíritu deportivo han demostrado con creces durante las pasadas temporadas.

Hay muchos niños y niñas, mucha gente joven, ilusionados con el ejemplo del Can Ventura Palma. Personas que serán protagonistas del futuro de nuestra sociedad. No les decepcionemos. No hagamos que acaben pensando que el esfuerzo personal y deportivo no merece la pena.

*Abogado