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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

¿Somos competitivos?

Todos pretendemos ser competitivos. Nuestro tejido productivo como es lógico pretende ser competitivo. Pero ¿realmente lo es? Depende de que entendamos por "ser competitivos". En el contexto de economías y mercados "convencionales" la competitividad se refiere a la capacidad que tiene una persona, empresa o país para obtener rentabilidad en el mercado frente a sus otros competidores directos cuyo elemento diferenciador (aunque no sólo) suele ser el precio. Desde tal perspectiva nuestra economía productiva, concretamente el turismo, ha sido competitiva (y todavía sigue siéndolo relativamente). Pero tal modelo está obsoleto, no tiene futuro.

En el contexto de sociedades postindustriales (como la nuestra) el cliente elige un determinado producto no sólo por el precio sino también por otros factores diferenciales intangibles de valor añadido significativo. La UE define la competitividad regional "como los recursos, actitudes y aptitudes, de una determinada región para ofrecer un entorno sostenible y atractivo para la actividad empresarial y para que sus ciudadanos puedan vivir y convivir en base a unos desarrollos profesionales/laborales estables y unos adecuados índices de bienestar". Y desde tal ámbito nuestra competitividad, como mínimo, pierde fuelle. "Balears pierde más competitividad" es el título de un extenso y documentado dossier de la economista Aina Ginard referido al último Índice Regional de la Comunidad Europea. Según el citado informe nuestra comunidad se ubica en el lugar 200 entre 263 regiones analizadas, habiendo descendido trece puestos desde el 2.013. Y añade A. Ginard: "Una de las peores noticias que se deducen del informe es que Balears pierde posiciones también en cuanto a desarrollo. Si el ranking de 2013 la incluía en el grupo de regiones más desarrolladas, en el de 2016 ha perdido esta privilegiada posición. Esto es debido a que pierde bienestar relativo, medido por PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo".

Según la CE, "España mantiene una recuperación potente, ha hecho reformas ambiciosas, ha estabilizado su banca, reducido el paro, pero el legado de la crisis no se ha superado totalmente y persisten desafíos significativos". También en Balears nuestros índices de crecimiento económicos son positivos, mejoran sensiblemente los beneficios empresariales, se crean puestos de trabajo, pero no tenemos garantizado un desarrollo, empresarial y social, sostenible. También en nuestra Comunidad es notablemente negativo el subíndice de "eficiencia", que incluye ítems tales como la educación superior, el aprendizaje permanente, y el mercado de trabajo que a pesar de la catarata de reformas soporta una brecha salarial y unas condiciones contractuales (temporalidad, precariedad) insostenibles.

No pretendo demonizar a nuestra principal actividad económica, el turismo, pero si insistir en la necesidad de modificar los parámetros usados para medir nuestra competividad. Pretender competir sólo y básicamente en precio, sol y playa, y un sinfín de ofertas muy mejorables, no tiene futuro. Vivimos, o deberíamos vivir, en una sociedad y mercado complejos donde el precio es importante pero no necesariamente suficiente, especialmente si queremos dirigirnos a clientes diversos a los de la camorra, la borrachera y la batalla campal. Es necesario modificar de raíz el modelo productivo basado en una actividad intensiva con mano de obra escasamente cualificada (donde el precio era la base de nuestra competitividad), por otro modelo donde el factor básico (sin obviar el precio) sea el valor añadido incluido en cada uno de nuestros productos turísticos, donde el "factor humano" y su cualificación sea decisivo. Algo, aunque lentamente, está cambiando. Hay nuevas inversiones (no todas) novedosas y sostenibles. Parte significativa de nuestro empresariado comienza a comprenderlo (y aplicar) nuevos parámetros de nuestra competitividad. El factor humano, el personal, sin duda es un "coste", pero también es (o debería ser) una inversión de alto valor añadido. Según el economista Antonio Riera, director de la Fundación Impulsa, "la demanda empresarial se cubre con trabajadores no adecuados lo que genera desequilibrios".

A mi edad, desgraciadamente, ya no creo en los Reyes Magos. Pero si creo que es posible, además de indispensable, repensar y diversificar nuestro modelo de crecimiento y desarrollo económico que rige nuestra actividad productiva básica, el turismo (aunque no sólo), basándonos en criterios sostenibles (económica, empresarial y socialmente) más allá del hoy y ahora. Mimbres para hacerlo, haberlos haylos.

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