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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Un Miró en sa Feixina

La pregunta clave que soslayan los defensores del adefesio franquista de sa Feixina es si lo levantarían hoy en su actual ubicación, con su propósito original. O si lo erigirían, dado su potencial falócrata. Confiemos en una respuesta negativa, por el bien de nuestra democracia y nuestra estética. En tal caso, se puede suprimir sin más traumas, pero hemos llegado hasta aquí en busca de una negociación. Quienes no lo creen digno de volverse a instalar, ¿aceptarían la donación o préstamo de una escultura de Miró a la ciudad? Esta pregunta no es capciosa, porque la misma Palma que empinaba columnas dictatoriales se negaba a aceptar intervenciones mironianas en la Catedral que el artista amaba, o rechazaba entregas de su obra escultórica.

De nuevo por el bien de la ciudad, confiemos en que la mayoría de mallorquines apuesten a favor de un miró. En tal caso, se puede sustituir perfectamente el mamotreto por una escultura de valor patrimonial reconocido en todo el planeta, salvo mejor opinión de técnicos anclados en los años cincuenta. Por supuesto, el órgano viril del franquismo puede ser salvaguardado, y trasladado al solar donde ya hubo que desplazar a petición ciudadana la desdichada mano de Lorenzo Quinn.

Respecto al concurso de la familia Miró para que sa Feixina luzca una escultura digna de tal nombre, basta pedirles que repitan su esfuerzo de Marivent. Y si este plan cargado de lógica también fracasa, tenemos más opciones. Dado que la última fabulación sobre el mamotreto lo califica de Bauhaus, puede utilizarse como vehículo publicitario de la citada firma de bricolaje. En vísperas del día del orgullo gay, podría colorearse a perpetuidad con el espectro del arcoíris, en una recontextualización aceptable por la mayoría. Ya postulamos su utilización como pantalla donde proyectar un Festival de Cine Antifascista. Y queda abierta la proposición de consenso, derribarlo a medias, a falta de decidir si la disección es longitudinal o transversal. Resolver sa Feixina es tan complicado como salir del franquismo, pero ya se salió una vez.

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