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Juan José Millas

¿Quién lo entiende?

Las historias verdaderas, como las ficticias, comienzan con un accidente. Un accidente en el que alguien nace o muere o descubre que es adoptado. El tipo de accidente da igual, la cuestión es que sea capaz de nuclear los materiales sucesivos. La historia real de la crisis -o de lo que para abreviar llamamos de ese modo- comenzó con la quiebra de Lehmans Brothers, allá en la lejana América. Alguien, a miles de quilómetros, tropezó al bajar las escaleras y usted y yo nos rompimos las piernas. Las historias reales tienen esta complejidad: un día nos levantamos con ardor de estómago por culpa de un individuo, al que ni siquiera conocemos, que ayer cenó alubias con chile. Lo malo es que nos tomamos un par de antiácidos para combatirlo y a lo mejor le hacen efecto al vecino, en vez de a nosotros. Significa que se han roto los hilos de la causalidad, que no hay correspondencia entre los hechos y sus consecuencias. O que no somos capaces de verla al menos.

Contemplo en la tele a los accionistas desesperados del Banco Popular, que lo han perdido todo. Todo. Es verdad que adquirieron voluntariamente las acciones, pero ignoran por completo el proceso por el que uno de los mayores bancos del país, de la noche a la mañana, ha sido adquirido por un euro. ¿Qué relación hubo entre la adquisición de las acciones y la quiebra? Cuando las adquirían, ¿estaban colaborando a la destrucción del banco o estaban retrasándola? Los pequeños accionistas no tienen ni idea. Pero ya hay cientos de abogados ofreciendo sus servicios a las víctimas, que desean tanto recuperar sus ahorros como averiguar qué pudo ocurrir. Todos anhelamos una explicación, no por nada, sino por comprender el mundo. En momentos como el actual, si sabes lo que ocurre dentro del Santander, sabes lo que sucede en el interior de la realidad. Por cierto, ¿corren peligro también los accionistas de este banco que se acaba de zampar al Popular como un camaleón a un mosquito?

En la carretera que conduce al aeropuerto de Madrid, llevan meses construyendo un edificio gigantesco, con capacidad para cinco mi o seis mil personas. Pertenece (pertenecía ya) al Banco Popular. Se trata de un edificio de ricos riquísimos, pero aún no lo han acabado y ya está en ruinas. ¿Quién lo entiende?

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