A mi ya avanzada edad (¡ tempus fugit!) pienso que los dos inventos mejores del hombre son la cama, para acostarte el tiempo que desees, y la rueda. Gracias a la rueda existe un transporte fabuloso. En el mundo existen más de 1.500 millones de coches y cada año van en aumento, sobre todo en China que ya cuenta con unos ochocientos millones de coches. Así el transporte privado no sólo implica la construcción de carreteras, con el auge económico que ello conlleva, sino también el consumo de petróleo o gasoil y el de gasolina.

Pero esto es una cara de la moneda, la otra cara pone de relieve la contaminación de la atmósfera que obliga, en muchas ocasiones, a prohibir determinada velocidad (en televisión aparece, a veces, la situación en Pekín que se ve cubierta por una espesa niebla); también la contribución al cambio climático, con sus consecuencias: donde antes llovía de forma frecuente, ahora no lo hace y la tierra se va desertizando. Es cierto que el hombre se ha dado cuenta de los graves inconvenientes antes aludidos, por lo que se están fabricando coches eléctricos que ni gastarán gasolina, ni emitirán gases que produzcan los efectos antes aludidos, aunque es cierto que la construcción de los coches eléctricos implican un cambio en las estructuras de las fábricas de automóviles que, como he dicho, se llevan a cabo millones anuales.

Pero si imaginamos, por un momento, que todos los automóviles del mundo son eléctricos, habremos de tener en cuenta los accidentes que la conducción privada produce constantemente; sólo en España mueren anualmente más de 1.500 personas por accidentes de tráfico. No ocurre lo mismo con el transporte público, que es usado por muchas personas que carecen de automóvil porque así lo desean o porque se trasladan de un lugar a otro en bicicleta (en los Países Bajos es un medio de traslado común a un tanto por ciento elevado de población).

De todo lo dicho es mi opinión que el traslado en las ciudades debe hacerse andando, o en bicicleta y, en cualquier otro caso, se debe utilizar el transporte público y no el privado.

* Exdecano del Colegio de Abogados