Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LIBRE DIRECTO

Lección para inversores

De repente, un banco vale un euro, y es un artificio contable, porque los analistas le asignan valor negativo. En un minuto las acciones pasan a valer cero euros con cero céntimos. Un crack limitado a una sola firma, pero una firma muy relevante. En otro momento habría iniciado un pánico bancario general. Los accionistas que detectaron el olor a chamusquina desde el principio salvaron los muebles. Los que se descolgaron a media bajada sufrieron pérdidas sensibles. Y los que todavía poseían acciones el martes por la noche han visto como el miércoles, de madrugada, desaparecía todo lo invertido.

También quienes compraron deuda subordinada o cualquier otro de esos artefactos que se ofrecen en los mercados financieros y presumen de absoluta seguridad. En cambio, seguro que hay inversores profesionales, o quizás deberíamos decir especuladores, que han ganado. Son aquellos que han jugado a pérdidas, a través de otros artefactos del mercado de capitales que permiten sacar partido de los batacazos ajenos. Parece que también ha ganado, por la ley del mal menor, el Gobierno español, que no tendrá que hacer frente al rescate de otra institución financiera.

El de las cajas supuso un fuerte incremento de la deuda pública, y el ministro Guindos no tiene ganas de repetir, porque esto está mal visto en Bruselas, y él piensa en una carrera europea. Son precisamente las instituciones europeas las que han desenvainado el sable y han cortado de golpe la crisis del Popular. Ha intervenido el banco ante la situación de quiebra real o inminente. Limpio y rápido, como se hacen estas cosas. E indoloro para el contribuyente, según el nuevo dogma. Todo hay que decirlo: esa misma autoridad permite que el estado italiano inyecte dinero público en el Monte dei Paschi di Siena.

Con el Popular, fue Madrid quien no quiso. Una lección valiosa para tomar decisiones sobre nuestros ahorros: por si no lo habían entendido, comprar acciones de cualquier tipo es una operación de riesgo. De las más arriesgadas en la panoplia de activos financieros. Cuando se las ofrezcan, deben preguntar: "¿Y si la empresa quiebra?" Cuando los respondan "esto es impensable", pueden replicar: "También lo era el hundimiento del Popular". Cuyos dirigentes deberían responder de los daños causados por su gestión. Seguro que muchos accionistas les tienen muchas ganas.

Compartir el artículo

stats