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Ritos de paso

Todos querían a Carme Chacón

Como dijo uno de sus mejores amigos-enemigos cuando le tocó dimitir: "En España se entierra muy bien." Pérez Rubalcaba es un experto en frases hechas y en frases tópicas. A la altura de escribir este artículo, todavía no le he oído ni leído ninguna sobre la muerte repentina y dolorosa de Carme Chacón. Ahora parece que todos la querían, la admiraban, la respetaban. Hasta María Dolores de Cospedal: busquen en el diario de sesiones del congreso de los diputados de 2008, y lean la primera pregunta que le hizo cuando acababa de estrenarse Chacón como ministra de defensa.

Una vergüenza, para Cospedal, claro. Repasen hemerotecas y lean lo que la oposición decía de ella, barbaridades. Y lo que algunos, como yo, en una sintonía ideológica parecida, escribimos sobre ella. No me arrepiento porque se trataba de crítica política sincera: creo que se equivocó en su último discurso del congreso del PSOE de Sevilla, pienso que ahí lo acabó perdiendo frente a un adversario incalificable; se equivocó cuando, en plena vorágine independentista, decidió dar clases en Miami y poner tierra de por medio.

Pienso que volvió a equivocarse con su empecinamiento por liderar las listas del PSC-PSOE en diciembre de 2015, estaba desenganchada y un poco olvidada en el aspiracional político de los votantes barceloneses, su circunscripción. Y volvió a errar cuando rechazó ir en ellas en junio de 2016. Pero son errores normales porque además fue una discreta y correcta vicepresidenta del congreso, una ministra de Vivienda que superó con creces la inutilidad de la existencia del ministerio, y una ministra de Defensa eficaz que supo rodearse de un equipo casi perfecto con el que realizó una gran labor. Ahora todos, insisto, la querían, la admiraban, la respetaban ¡cuánto cinismo!

Me pregunto -no he sido el único- qué habría pasado si del congreso de Sevilla hubiera salido secretaria general del PSOE. Imposible respuesta, pero sé de muchos compañeros que le votaron que se temieron lo peor, que vino después y hasta ahora. Hablé con ella media docena de veces, a solas y en compañía de otros y de otras. Me gustó su afabilidad tímida, me encantaba que reivindicara sin estruendos, la figura de su abuelo anarquista. Era del Baix Llobregat, algo que en el área metropolitana de Barcelona es una cosa muy seria, que imprime carácter. Y ella, Carme Chacón, lo tenía, carácter y estirpe. Hasta siempre, Carme.

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