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Ah, se siente

El carácter británico es muy peculiar. No es fácil generalizar pero puede predicarse de él que tiende a ser elitista, yingoista (patriotero con un plus añadido de belicosidad), y con una seguridad en sí mismo que se traduce en un sentido manifiestamente exagerado de la propia importancia como país y como sociedad. Soy consciente de que todo esto viene a ser tan injusto como afirmar que los españoles sin excepción somos aficionados a la juerga y a la siesta.

La parrafada que antecede pretende explicar por qué Lord Howard, antiguo líder tory inglés, ha manifestado su deseo de que la señora May, primera ministra británica, mande su flota a defender Gibraltar de la invasión militar española. Pues sí: es una tontería mayúscula que añora el momento en que en 1982 Margaret Thatcher, entonces premier inglesa, mandó la flota a zurrarles la badana a los argentinos en las Malvinas (también los argentinos hicieron una tontería previa: invadir las Malvinas). Ninguno de todos los observadores creímos que lo fuera a hacer: las islas estaban demasiado lejos y no valían la pena y la expedición saldría carísima. Pues no solo lo hizo sino que llegó e infligió una severa derrota a los incautos argentinos echándolos de ahí con cajas destempladas. Una tontería similar a la del gobierno español mandando unas zodiac a reconquistar Perejil.

A la declaración de Lord Howard siguió otra de otro político inglés amenazándonos con hacer campaña en pro de la independencia de Cataluña. Y otra estupenda de Farage, líder de los proponentes del Brexit, llamando mafiosos a los diputados del parlamento europeo (tontería a la que se sumaron de buena gana tres diputados catalanistas).

Las declaraciones yingoistas de Lord Howard y compañía tienen dos defectos: para que Gran Bretaña mande sus tropas a defender Gibraltar y a propinarnos un severo correctivo, es preciso que España mande antes su ejército a invadir la colonia. La segunda pega es que todo este lío no lo ha causado España. Este lío lo ha provocado el Brexit, es decir, el encargo de los británicos a su gobierno de sacarlos de la UE, tras el oportuno referéndum lleno de argumentos mentirosos.

¿Qué les pasará a los gibraltareños cuando se haya consumado el Brexit? Pues que estarán tan fuera de la UE como el resto de los británicos. ¿Y qué pasará entonces?

En muchas ocasiones he manifestado mi deseo de empuñar una gran sierra eléctrica, cortar por el istmo y mandar el peñón flotando por el Mediterráneo en dirección a la isla de Malta. Desafortunadamente, no es posible. No tengo interés alguno por Gibraltar y por mí que se lo queden para siempre. Ahora bien, ver al ministro principal Fabián Picardo acusando a los españoles de prepotencia me parece una más de las solemnes tonterías que se están diciendo en estos días. Oiga, métase usted con la señora May que los ha metido en el lío.

Es gracioso que el 90% de los gibraltareños haya votado por quedarse en la UE y que ahora sean los conservadores del Brexit los que salgan en su defensa. No lo hacen por Europa, no; lo hacen por la Patria.

El impasse es el siguiente: cuando estén fuera, los gibraltareños querrán seguir disfrutando de los privilegios de estar dentro (incluido el contrabando, el paraíso fiscal y el dinero negro). Me parece muy bien. Lamentablemente eso tiene un precio. Que todo siga igual, por supuesto pero para ello los gibraltareños van a tener que acordar con España (y la UE) un régimen de excepción que implicará a todos los efectos (aunque sea más prudente no decirlo) algún tipo de cosoberanía hispano-gibraltareña. Qué se le va a hacer. Como dicen los ingleses, no se puede cocinar el pastel y comérselo después. Por algún sitio tendrán que ceder para disfrutar de la condición de españoles sin serlo. Yo estoy a favor. Y que voten en las elecciones generales de España, también.

Y si no, les mandaremos una flotilla de lanchas neumáticas llenas de soldaditos españoles. Y que venga Lord Howard con el grueso de la flota inglesa a desalojarlos. Nos rendimos. Pero que conste que nosotros no hemos sido.

No queremos guerra con el Reino Unido, el país más libre y más admirable del mundo. No queremos lío con un aliado de la OTAN. Y no queremos pelea con los gibraltareños, que nos caen fenomenal y que seguramente son tan aficionados como nosotros a gastar el dinero que nos viene del norte de Europa en siestas, vino y mujeres.

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