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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

El intocable

La actualidad está copada por la crisis política del Govern causada por la adjudicación directa de contratos de la conselleria de Turismo, dirigida por el vicepresidente Biel Barceló, de Medio Ambiente, dirigida por Vicenç Vidal y de la conselleria de Cultura (discutibles por innecesarios), de la dimitida Ruth Mateu. Así mismo se cuestiona la adjudicación de otro contrato por la concejalía dirigida por el futuro alcalde Antoni Noguera. Aunque la decisión del Tribunal Superior de Justicia por la cual se anula la reconversión de la fachada marítima de Palma en espacio público, es una impugnación al grueso de la iniciativa desarrollada por el ayuntamiento presidido por Aina Calvo, de una trascendencia indudable. Hay que recordar que toda la operación se desencadenó como consecuencia de la venganza de la encarcelada Maria Antònia Munar por la denuncia de J. L. Núñez del enjuague corrupto de Can Domenge. Se apuntaron a la demagogia de parque en lugar de casas para ricos desde el PSOE hasta PSM e IU. ¿Quién iba a posicionarse contra un parque? ¿El precio? Ninguno. El entonces portavoz socialista Andreu Alcover decía que iba a salir a coste cero, pues se quería hacer creer que los solares municipales en segunda línea con los que debía compensarse a los propietarios, no tenían traducción en millones euros. Sólo unos pocos denunciamos la operación urbanística como una onerosísima concesión a la frivolidad y la demagogia. No solamente le costaba al ayuntamiento una millonada la operación, sino que los jueces han determinado que el coste es en realidad mucho mayor, casi el doble. Todo por la demagogia de unos políticos que no dudaron en modificar el plan general prescribiendo un nuevo parque a continuación del inacabado Parc de la Mar, que no interesaba culminar porque no era iniciativa propia. El coste total de la huella que quisieron dejar los políticos y que pagamos los ciudadanos está aún por determinar.

? Pero volvamos a la crisis del Govern. Es irremediable que el incendio continúe después de la dimisión de Ruth Mateu y la comparecencia de Armengol para explicar la crisis. Se asumía la responsabilidad de Transparencia por haber ocultado las adjudicaciones irregulares y a dedo, a la empresa de Jaume Garau (jefe de la campaña electoral de Més y amigo personal de Biel Barceló) y a otra empresa, de dos contratos sobre hábitos culturales. Los dos contratos procedían de la división de un solo trabajo de 43.000 euros que debía ser objeto de concurso. Consta de forma fehaciente que la adjudicación como contratos menores se realizó con posterioridad a que una funcionaria hiciera la advertencia a Jaume Gomila, director general de Cultura y miembro también de Més, de la irregularidad de la división contractual. Las declaraciones de la dimisionaria Mateu, "No he cometido ninguna irregularidad pero debo dar ejemplo (?). No podía controlar todos los contratos menores que se realizan en el área de Cultura", provocan si no hilaridad, al menos perplejidad. ¿Por qué la dimisión si no ha cometido ninguna irregularidad? ¿Por qué, entonces, dar ejemplo? ¿Es que acaso quien decidió sobre la división del contrato y la adjudicación a Garau fue otro político y ella dimitió por no haberse enterado? ¿Por qué Més de Menorca se va del Govern y dice que Més de Mallorca utiliza a Mateu como cabeza de turco? ¿Acaso no están diciendo que el responsable es otro, el amigo de Garau, Barceló? Por mucho que uno pretenda comprender las motivaciones de Mateu, el solo hecho de que diga que no puede controlar los gastos menores de su conselleria es motivo suficiente para exigirle la dimisión. Si un responsable político no puede controlar los gastos menores (hasta los 21.000 euros) de su departamento, es obvio que no puede seguir en política. Habrá que recordar que el dinero público no es dinero de nadie, sino de todos y que la primera responsabilidad de un político es cuidar con exquisitez la buena gestión de ese dinero de todos.

La sensación generalizada, no sólo entre la clase política, sino en la opinión pública es que, en efecto, aunque Mateu haya incurrido en responsabilidades, el mayor responsable es el vicepresidente Barceló. Que todas las adjudicaciones han sido una forma de compensar el trabajo partidario de Garau en la campaña electoral. Se mire como se mire, y por mucho que Més se quiera presentar como una doncella ofendida, todo huele a corrupción, como la del PP compensando las aportaciones a sus campañas electorales de empresas constructoras con adjudicaciones realizadas a través del BOE. Por supuesto que hay una diferencia cuantitativa enorme entre el monto de la corrupción del PP y la presunta de Més. Pero desde el punto de vista cualitativo no hay ninguna diferencia. Es la cuestión de estar sólo un poquito embarazada. Y si además se trata de un partido como Més, que ha hecho de su virginidad en materia de corrupción una seña de identidad para diferenciarse del PSOE y, sobre todo del PP, el hecho de la presunta desfloración, aunque sólo haya sido con la puntita, significaría el encuadramiento del partido nacionalista entre los que predican una cosa y secretamente hacen la contraria. Lo único positivo es que dejarán de darnos la tabarra con lo de que son vírgenes de pecado. Como Pujol, ya dejarán de poder sermonear al resto.

Las respuestas de Vicenç Vidal, otro dedazo que tal, y Barceló, son para enmarcarlas en la historia de la hipocresía. La de Vidal, "algunos iban al Rasputín de putas", es puro "y tú más", es decir, la práctica tantas veces adjudicada a la partitocracia de sacar el ventilador para salpicar de mierda al adversario y así hacer más digerible la propia; como si la corrupción del PP excusara la de Més. Hay que recordar que lo que ahora hay que discutir no es del PP, sino de los escrupulosos, melindrosos y recatados nacionalistas de Més. Barceló exclama, indignado: "Nunca he tocado un euro público". ¿Acaso tocó alguno Cañellas en el apaño del túnel de Sóller? ¿Dejó de asaetearle el PSM? ¿Es que la corrupción partidaria es más defendible que la personal, cuando sabemos por experiencia de lo acontecido que una conduce a la otra?

Més ha declarado intocable a Barceló. Han declarado que si se pide la cabeza de su líder se irán del Govern, como Més de Menorca, y habrá que convocar elecciones; la cabeza de su líder es innegociable. No son conscientes de que la misma declaración de intocabilidad de Barceló que hacen es porque saben perfectamente que es "tocable", si no de qué. El hecho de que, haciéndose los ofendidos, amenacen con irse y provocar elecciones es tanto como decir que les importa una higa la ciudadanía que votó cambio y la posibilidad de entregar el gobierno al PP. Vale más mantener a Barceló que mantener la decencia. Doblez moral, como la del PP. González amagó en 1991 con lo mismo en relación a Guerra, "por el mismo precio van a tener dos por uno"; hasta que se impuso el sentido común. ¿Y qué va a hacer Podemos con Més, su aliado preferente frente al PSOE, la odiosa casta, si persisten en cerrar en falso la crisis? ¿Dinamitarán de consuno al Govern? El fiscal Bartomeu Barceló, antes tan renuente, se afana. Y Barceló, el vicepresidente, ¿también él cree que es intocable?, ¿también él cree estar por encima de su partido y de la decencia?

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