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¿Transparencia?

La hipocresía es el ´fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se experimentan´, si hacemos caso de la definición de la Real Academia de la Lengua. Puede que ese postureo sea indisoluble de la Transparencia. Este periódico ha destapado los contratos firmados por los departamentos de Més con el que fuera su jefe de campaña. Intercambio de favores con dinero público. Un caso ´Over Marketing´ en toda regla, a la espera de que se pronuncie la Justicia al respecto; si es que tiene algo que decir. Una polémica que ha desatado la mayor crisis en el govern de esta legislatura. No era fácil. El ´Diariodemallorcagate´ se ha llevado por delante Ruth Mateu y tiene en jaque al mismísimo vicepresidente y también a Vicenç Vidal, todos consellers de Més. Y lo que te rondaré, morena.

? Si echamos la vista atrás, observamos que lo de la Transparencia esta legislatura ha sido de risa. De chiste. Pero de los malos. ¿Se acuerdan de aquello de retransmitir las negociaciones para la formación de gobierno en ´streaming´? De eso hemos pasado a que echen a periodistas y público de la sala de plenos del Parlament para debatir precisamente una moción sobre Transparencia. Se ve que los trapos sucios afectan al decoro de la cámara. Además, creamos una conselleria dedicada al asunto, que es la que precisamente más trabajos ha adjudicado -que sepamos- a las empresas de Jaume Garau. Alguno de ellos incluso fraccionado. Toda una ironía. Dos dimisiones en menos de un año. A tiro de un relevo del departamento de Educación del TIL de Bauzá. Para más inri, resulta que la Comisión que tiene que dictaminar si estas contrataciones han vulnerado el Código Ético del govern se reúne en secreto.

Pero no pasa nada. Porque lo importante es que tenemos una conselleria de Transparencia, con su portal y todo. Que publica los presupuestos, los gastos y además fomenta la participación ciudadana. Únicamente puestos a ser muy tiquismiquis podríamos criticar el pequeño detalle de que se les olvidara publicar en él el contrato fraccionado que adjudicaron a Garau. Los hay que siguen pensando que la policía es tonta. Como aquello de presentar ante el Parlament o el juez la declaración de la renta o de patrimonio para demostrar que no se han enriquecido ilícitamente. Si en las declaraciones del IRPF apareciera el dinero negro no necesitaríamos inspectores de Hacienda. Ni Fiscalía Anticorrupción. Crean un portal de la Transparencia para publicar sólo lo que no les importa que sepamos y todavía habrá que aplaudir. Como ciudadanos, sería de agradecer que, ya que nos han robado, nos roban y nos seguirán robando, al menos tengan la decencia de no reírse en nuestra cara.

? Hay que ver la poca diferencia que hay entre unos y otros a la hora de negar la mayor: cuando se descubre el pastel nadie sabía nada y resulta que todo el mundo pasaba por allí. Así que lo mejor que se puede hacer es expulsar a Garau del partido -ya que por lo visto era el único que sabía que le estaban contratando- o intentar hacernos creer que Bárcenas igual fue un par de veces por la sede del PP. Somos tan transparentes que hacemos rueda de prensa todos los lunes -dada la importancia de los temas que llevamos al pleno del Parlament de los martes no podemos esperar 24 horas a contarlo- excepto cuando hay una crisis interna. Entonces dejamos de comparecer, no vaya a ser que nos hagan preguntas incómodas. Y es que negar dos veces en tres días que se haya dado orden alguna de contratar a Garau puede ser demasiado. Pasó con Podemos y el culebrón Huertas y pasa ahora con Més y el caso contratos. Habrá que ver también si los que ahora aplauden fervorosamente que se fiscalice al Govern opinan lo mismo si algún día les toca a ellos.

Sea como fuere, esta crisis ha puesto una vez más de manifiesto la cantidad de dinero público que se dedica a estupideces del todo innecesarias, al margen de su legalidad. ¿Miles de euros por un estudio de público de la Orquesta Sinfónica? ¿Por planes de desarrollo turístico en Esporles cuyas conclusiones firmaría cualquiera con dos dedos de frente? Pero, oigan, les reto a que encuentren ustedes todos esos informes o lo que hemos pagado por ellos en cualquiera de las transparentes webs oficiales de nuestras instituciones. Lo cual le lleva a una a preguntarse cuántos estudios similares habrá en los cajones de los despachos oficiales. Y si, en lugar de encargarlos para devolver favores, no podrían haber sido elaborados por los funcionarios. Al final, lo más triste de toda esta hipocresía es la decepción de muchos votantes que -de buena fe- creyeron que las cosas podían ser diferentes. Eso, por muchas dimisiones que haya, se antoja difícilmente reversible.

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