El titular tradicional "Més (PSM, Verds) denuncia ante la fiscalía" se invierte hoy en "La fiscalía denuncia a Més". Esta sentencia previa produce escalofríos, incluso entre los enemigos del partido ecosoberanista. La tristeza es el sentimiento dominante en la ribera izquierda.

La fiscalía ha sido más rápida en exigir responsabilidades a Més que el socio del Govern en desnudar sus explicaciones ante la opinión pública. De hecho, Biel Barceló se las había apañado para no comparecer ante el Parlament hasta pasada la Semana Santa, en la confianza de que el escándalo se hubiera atenuado para entonces. El fiscal jefe Bartomeu Barceló ha actuado con la celeridad que se echaba de menos en otras causas, cuando archivaba sistemáticamente cualquier iniciativa que afectara al PP. Esta circunstancia puede aquilatarse desde el exterior, pero en ningún caso atenúa el lodazal en que se ha enfangado la formación de izquierdas al conceder un manojo de contratos a dedo a su jefe de campaña. El partido no puede criticar la agilidad de la fiscalía, cuando ha utilizado esta virtud como coartada para no someter a su gurú a un solo concurso.

La entrada en liza de la fiscalía Anticorrupción, con la figura indiscutible de Juan Carrau al frente, supone para los ciudadanos una garantía de que sus intereses estarán mejor representados que cuando depositaron su confianza en el equipo capitaneado por Biel Barceló. ¿O tal vez quien mandaba en Més era Jaume Garau, y el partido paga ahora el precio de la indolencia del vicepresidente del Govern?

Més pierde el control de una situación que le ha desbordado desde su estallido. Pronto se iniciará un desfile de altos cargos del partido ante la fiscalía Anticorrupción, donde deberán aclarar su avidez por contratar a dedo a su jefe de campaña para iniciativas tan estupendas como analizar el público de la Orquesta Sinfónica. Rutina para el PP, infamia para Més. La diseminación de los contratos entre tres conselleries y Cort se vuelve también contra la formación ecosoberanista. Al igual que en los crímenes narrados por Agatha Christie, todos debían estar implicados para que ninguno pudiera alegar inocencia.

En una entrevista con este diario a raíz del extraordinario resultado en las autonómicas de 2015, el jefe de campaña de Més concluía que "la mala gestión nos ha hecho más daño que la corrupción". Es un aserto peligroso, porque apunta a una posible convivencia entre prácticas corruptas y excelencia gestora que desde luego no avala el desnortado funcionamiento de las conselleries de Turismo y Cultura.

En los interrogatorios exhaustivos del minucioso y estricto Carrau, se echará en falta una pregunta clave. ¿Por qué ha quemado deliberadamente Més el prestigio de un partido que triunfó por diferenciarse de los demás, y que ahora es exactamente igual a los demás? Votantes de Més que lo sentían como propio hoy hablan de la formación en tercera persona. Los manirrotos jerarcas del partido no dispondrán de ese privilegio.