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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Guerra de palabras: de la casta a la trama

El marketing político coge carta de ciudadanía. Se vende una opción política, se compra un voto como si se tratara de un objeto de consumo. La clave es encontrar el eslogan adecuado, la musiquilla, las bondades estéticas del candidato. El jefe de campaña se convierte en publicista y al candidato debe prestarse a sesiones de mejora de imagen (estrategias de reputación online, por ejemplo). Como no podía ser de otra manera, hay que contratar a un experto en redes sociales que actúe como el "otro yo" del candidato en Twitter, Facebook, Whatsapp, etc. Así, la lucha por la conquista del poder, el "juego de tronos", se convierte en un "juego de palabras y de imágenes".

Todos los partidos políticos, con mayor o menor intensidad, juegan. Y para muestra un botón. Los de Podemos, expertos en técnicas de comunicación, han sido y siguen siendo maestros en el "juego de palabras e imágenes". Pusieron en la cartelera La casta, que obtuvo grandes éxitos porque reflejaba en una sola palabra lo que pretendían trasmitir y comunicar. Se referían a todos y cada uno de los políticos del régimen surgido de la Transición y la Constitucion del 78, con sus correspondientes organizaciones y partidos, que se han "apoderado" de la política e incluso de las instituciones democráticas para defender sus intereses. Despotismo ilustrado (o sin ilustrar): "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo". En la casta se incluyeron todos los políticos populares y socialistas, revestidos de "bipartidismo". Y tuvieron éxito porque conectaron con una parte relevante de la ciudadanía (¡no sólo los jóvenes) indignados y hartos de la inutilidad de la "clase -casta- política". Podemos se ofrecía como una nueva manera de hacer política y con unos objetivos evidentes de cambiar las reglas de juego. Y obtuvieron cinco millones de votos.

Pero el "vacío de poder" después de las elecciones generales del 20N, puso de manifiesto determinadas debilidades (¡lógicas!) de su estrategia. No habían obtenido el sorpasso a los socialistas, lo que conducía a que una posible alternativa a los populares debía ser liderada por el PSOE. El día clave, donde Podemos puso de manifiesto sus contradicciones, fue cuando el Rey encargó a Pedro Sánchez su posible investidura. Casi a la misma hora, Pablo Iglesias convocó una rueda de prensa donde se autonombró Vicepresidente (incluso definiendo sus funciones) incluyendo los rostros sonrientes de los futuros ministros. Tal "juego de tronos" colaboró en la dificultad de un pacto político PSOE/Podemos como base para llegar a acuerdos con otras formaciones (los votos de socialistas y Podemos no eran suficientes) para obtener una mayoría suficiente y poder formar un gobierno alternativo presidido por Sánchez alternativo. El resultado, por errores de unos y otros, es: Rajoy presidente del Gobierno, aunque sea en minoría. La parte alícuota de responsabilidad de Podemos tiene su raíz en su propia estrategia. Sus ideólogos conciben a su formación como la única alternativa real a la derecha del PP, y en consecuencia Podemos debe liderar el cambio. No les resulta "cómodo" pactar con el PSOE (que forma parte de la "casta"), y mucho menos si los socialistas han de liderar el cambio por ser el partido de la izquierda más votado. Si es imprescindible pactar con el PSOE, debe ser con el liderazgo de Podemos, de ahí que el sorpasso sea un objetivo prioritario.

A partir del nuevo escenario político en el interior de Podemos se abrió un debate acerca de la estrategia que deberían seguir. Dos alternativas y dos líderes: Iglesias y Errejón. Iglesias prioriza la acción directa a través de los movimientos sociales, ubicando el Parlamento como complementario. Errejón, sin menospreciar la movilización, pone en valor la acción parlamentaria y, sin renunciar a su propia ideología, mantiene la mano abierta a los socialistas. Y se abrió una batalla "digna y propia" de la casta. Ganó Iglesias, que rápidamente ha sustituido el vocablo "casta" por "trama", con la que intenta resumir su discurso anti establishment. "Se trata de una red de altos cargos del Estado, destacados políticos, algunos expresidentes o exministros, y también de destacados empresarios, que mandan en este país en lugar de este Parlamento". Así la definió Irene Montero, la sustituta de Errejón como portavoz parlamentaria.

El errejonismo (¡no sólo es Íñigo Errejón!) parece seguir manteniendo que la actual estrategia no es la correcta. No lo manifiesta alzando la voz, pero tampoco participa activamente en las diversas movilizaciones. ¿Puede la "trama" sustituir a la "casta"? Está por ver. Estos días asistimos a un nuevo protagonismo de Iglesias en el Congreso de Diputados proponiendo, usando y atacando, una nueva estética y un nuevo lenguaje más cercano a la calle. El ficticio escándalo está servido. Mientras sigue pendiente por parte de su grupo parlamentario visualizar propuestas alternativas a las que lleva a cabo Rajoy más activo que nunca.

Lo expuesto puede interpretarse como un ataque ad hominem a Podemos. No es esta mi intención, pero sí poner sobre el tapete algunas de sus contradicciones. Continuaré con otras "guerras de palabras y de imágenes" de otras formaciones políticas que esconden auténticas "guerras de tronos".

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