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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Rajoy en Cataluña, patético, mal y tarde

La derecha española, acompañada de buena parte del PSOE, tiende a ignorar que Cataluña posee unos códigos de conducta que están fuera de su comprensión. Así se entiende el ridículo de Rajoy en Barcelona

Florentino Pérez en primera fila, acompañado de una amplia panoplia de empresarios de la construcción, para atender a lo que tenía que anunciar Mariano Rajoy en Barcelona, constata la sima de ignorancia y estulticia política que en los asuntos relacionados con Cataluña exhibe la derecha española, a la que acompaña una porción capital del PSOE, el de la gestora, Susana Díaz y la colección de fósiles del Cuaternario que la jalearon el domingo en Madrid. Qué puede esperase de un acto que se pretendía de seducción para desactivar siquiera parcialmente el independentismo si al mismo se presenta el presidente del Real Madrid y controvertido constructor. ¿Se puede haber creído Mariano Rajoy y quienes le diseñaron la puesta en escena que anunciando una inversión de cuatro mil millones de euros en el denominado corredor mediterráneo, que lleva, por cierto, años de retraso, ponía un efectivo dique al independentismo? Hay que ser muy torpe, además de desconocer la historia de España, para pretenderlo. La ausencia de representantes del poder político catalán fue la simple y contundente respuesta al despropósito gubernamental.

Rajoy se dirigió a los empresarios demandándoles que pusieran coto a la insensatez instalada en Cataluña y dijo que había llegado la hora de tender puentes olvidando el pasado. Ahora quiere el presidente del Gobierno que los catalanes olviden, sin más, la campaña promovida por el PP, con Rajoy al frente, de recogida de firmas por toda España contra el Estatut que aprobaron en referéndum o el recurso que presentaron en el Tribunal Constitucional para cargárselo, promoviendo indecentes triquiñuelas legales a fin de obtener la mayoría, después de que los ciudadanos de Cataluña lo hubieran votado. Rajoy demanda que todo se olvide, retornar al sentido común, la letanía que predica siempre que le vienen mal dadas. Entendiendo por sentido común el suyo exclusivamente.

Lo de Rajoy en Barcelona ha sido patético y, además, no sirve para nada, aunque se hayan desplegado esfuerzos considerables para convencer de que el presidente es consciente de los problemas de Cataluña. Pero es que a Rajoy se le ocurre decir que no hay problema catalán, que no lo ve por ninguna parte; inmediatamente añade que Cataluña ocupa la mayor parte de su tiempo. Si no hay problema a santo de qué prestarle tanta atención distrayéndole de asuntos mucho más trascendentes. Para el presidente que el independentismo haya alcanzado, durante su etapa al frente del Gobierno, cotas que se sitúan en torno al 45% del electorado, no lo computa como problema. Habrá que aguardar a que supere con holgura la frontera del 50% para que cobre conciencia de que sí hay un cierto problema y de envergadura.

Los apóstoles de la unidad de España, nación única e indivisible, según la Constitución, que parece haber devenido en permanente e inmutable, al igual que los denominados “principios fundamentales” de la dictadura franquista, enfatizan que la corrupción anega a los dirigentes secesionistas. Bueno es preguntarse en qué se diferencian los métodos que ha utilizado la antigua Convergencia con los puestos ne práctica por el PP. Lo del 3% tan imputable es a Convergència como al PP.

Añadamos a lo dicho en manos de quién ha dejado Rajoy el residual PP catalán. Javier García Albiol, el exalcalde de Badalona que llevó a cabo una política con los inmigrantes similar a la que preconiza Le Pen, es el político que ha puesto al frente del PP de Cataluña. Si alguien pregunta dónde anida la extrema derecha española, por lo que atañe al Principado la respuesta es fácil: en el PP de García Albiol.

Lo tenía imposible Mariano Rajoy. Podrá decir que una vez más apeló al sentido común, que quiso tender puentes. Nunca ha aclarado con quiénes o hacia dónde.

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