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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

´Brexit´, bonita palabra

La oferta de compra de lealtades a cargo de Rajoy no impide que un contingente señalado de catalanes quieran marcharse de España. No les dejan. A cambio, un porcentaje apreciable de ingleses residentes en el Mediterráneo español aspiran a quedarse en la España europea contra el divorcio ordenado por Londres. Tampoco les dejan. La era de las migraciones masivas no garantiza que cada individuo pueda instalarse donde quiera, sino que cada ser humano pueda estar descontento con el estado y el Estado en que le ha tocado vivir. Los expatriados británicos eran en realidad apátridas, huidos al sur soleado desde un país inhóspito pero sin necesidad de integrarse en su destino meridional. El brexit les obliga a elegir.

El Reino Unido abandona Europa por culpa de una palabra, brexit. No es la primera vez que una denominación acertada provoca un acontecimiento histórico. Nixon dimitió por culpa de otra definición afortunada, Watergate. En ambos casos, el impacto nuclear se debe a la flexibilidad del idioma inglés, gracias a la fusión de las reconcentradas raíces sajonas con la eflorescencia normanda. Quienes creen que el acierto en la marca solo afecta a los conceptos comerciales, olvidan que una ruptura supranacional es también un producto a consumir.

El brexit ha causado la ruptura. Es chispeante, más siglo XXI que Britain o Bruselas, esa ciudad con nombre de col y un sabor muy parecido. Apetece dejarse arrastrar por un seísmo con una denominación tan aerodinámica. Antes de denunciar la frivolidad de una adscripción que prescinde de la mínima consideración numérica, recuerde que los efectos económicos de una Unió Europea sin el Reino Unido son tan inesperados como el famoso efecto 2000. El Y2K, otra definición feliz, también iba a acabar con el mundo. Y aquí seguimos. Mientras David Cameron dimitía en el primer viernes del brexit, las Bolsas se despeñaron durante unas horas. Apenas si hubo más. Los ingleses no saben adónde van, pero han sabido cómo llamarlo.

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